El presidente del PP y candidato a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, ha asistido este martes en el Hipotels Playa de Palma al acto central de campaña de su partido en Baleares, en un mitin que ha empezado a las 19.00 horas y en el que han intervenido la presidenta del Govern, Marga Prohens, y el número uno al Congreso, José Vicente Marí Bosó.
Cuando Alberto Núñez Feijóo ha llegado este martes por la tarde a Palma, nos encontrábamos aún en alerta roja en casi toda la isla. En alerta roja sólo climatológica, quería decir. Por ello, el objeto de merchandising hoy más codiciado en el hotel en donde Feijóo ha dado el mitin era, sin duda, el pai-pai que regalaban en la entrada con el logotipo del Partido Popular.
El aire acondicionado funcionaba perfectamente y estaba a la temperatura adecuada, pero debido a la gran afluencia de personas en el interior y en el exterior del centro de convenciones, el éxito de ese pai-pai ha sido rotundo y total. De hecho, en apenas unos minutos se han acabado ya todas las existencias. A punto he estado entonces de abanicarme con mi cuaderno, que además era azul, pero luego he pensado que un contracronista nunca debe de llamar la atención.
Al ver que yo no tenía ningún pai-pai y que poco a poco empezaba a ponerme cada vez más y más colorado —con perdón—, me ha regalado el suyo un buen amigo, Guillem Navarro, que además fue un gran regidor con Mateu Isern como alcalde. Poco después, me he topado con otros dos queridos y viejos amigos, Marcia y Toni, de los tiempos en que los tres éramos marianistas irredentos, aunque yo creo que en el fondo aún lo seguimos siendo.
Ya con el pai-pai en una mano y un vaso de agua fresca en la otra, mi predisposición ha pasado a ser ya completamente favorable al desarrollo de todo el acto.
El primero en intervenir en el mitin ha sido el cabeza de lista del PP al Congreso por Baleares, José Vicente Marí Bosó, quien ha iniciado su alocución anunciando que Feijóo se iba a retrasar un poco, pero que seguro que vendría, como así ha sido finalmente. A continuación, Marí Bosó ha hecho un encendido elogio del color azul, o al menos del azul con el que, a su juicio, se ha teñido buena parte del Archipiélago desde los comicios del pasado 28 de mayo.
"Formentera es azul; Menorca es azul; Ibiza es azul; Mallorca es azul y Palma es azul", ha recalcado poco después. Llevado sin duda por ese entusiasmo entre político y cromático, se ha referido luego por por dos veces a nuestra Comunidad denominándola de una forma hasta ahora inédita, ya que ha dicho que somos las "Islas Azules Baleares".
Sólo había visto con anterioridad una pasión semejante por el color azul en la gran Vicky Leandros, en su bellísima canción L'amour est bleu (El amor es azul), que en cualquier caso no era exactamente una composición de carácter político ni se refería tampoco a nuestro precioso territorio, como podemos comprobar reproduciendo justo aquí una de sus más famosas y románticas estrofas: "Azul, azul,/ el amor es azul./ Azul como el cielo/ que juega en tus ojos".
Tras Marí Bosó, ha intervenido la presidenta del Govern, Marga Prohens, quien en primer lugar ha destacado la querencia que tiene el expresidente de la Xunta por nuestro Archipiélago, ya que, según ha recordado, ha visitado las Islas hasta siete veces a lo largo del último año. Ello quiere decir que también las visitó cuando todavía eran mayoritariamente rojas, verdes ecosoberanistas y moradas.
Seguidamente, Prohens ha empezado a detallar de manera muy pormenorizada todas las actuaciones de sus primeros diez días de gobierno, en parte porque sin duda eran muy interesantes para todos los asistentes al acto, y en parte también porque, seguramente, intentaba ganar algo de tiempo hasta la ansiada llegada del líder popular.
Finalmente, a las 19.51 horas, ha llegado Feijóo, entre aclamaciones, aplausos y gritos de "¡Presidente. Presidente!". El candidato popular ha dedicado la mayor parte de su discurso a criticar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al sanchismo y a los aliados de Sánchez, pero, en cambio, ha tenido palabras de afecto para los votantes socialistas desengañados y para los votantes desencantados de las formaciones de la nueva política, con alguna referencia implícita a Vox.
Esa nueva política ha estado también presente, de algún modo, a unos pocos metros del espacio en donde ha hablado Feijóo, pues justo enfrente del hotel en el que se ha celebrado el mitin alguien había colocado una pancarta en la que podía leerse: "Sánchez-Feijóo: ¿Dos caras de la misma moneda?". En esa pancarta había una segunda frase, que parecía responder a la pregunta anterior: "De nada sirve acabar con Sánchez si el sanchismo continúa". La apostilla final, incluida también en ese cartel, era: "Vota Valores. Vota Valores.org".
Al mismo tiempo, se paseaba por la zona un camión de color negro que repetía esas mismas consignas, por lo que hemos intuido que los impulsores de esa acción entre crítica y reivindicativa no tenían una especial simpatía ni por los socialistas ni por los populares, ni por el rojo ni por el azul, en el marco de una aversión político-cromática que poco más o menos parece remontarse ya al último lustro.
Desde el otro extremo de la nueva política, hace ya casi una década el entonces líder de Podemos, Pablo Iglesias, afirmó que "el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto". Unos años después, Iglesias llegaría a ser vicepresidente con Sánchez, en una coalición que recibió diversos calificativos entonces y que también los ha estado recibiendo ahora con Yolanda Díaz como vicepresidenta, unos calificativos que en algunos casos han sido celestiales y que en otros casos no lo han sido tanto.
Escuchando este martes a Feijóo en Palma, uno tenía casi la convicción de que, seguramente, lo que desearía el próximo domingo es obtener una mayoría suficiente para poder gobernar España en solitario. El líder popular es una persona muy sensata e inteligente, que, en opinión de este humilde contracronista, sólo desea poder tocar el cielo, sólo tocarlo, no asaltarlo ni patrimonializarlo.
Por nuestra parte, los españoles hemos ido aprendiendo poco a poco con los años —y también tras algunos desengaños— que no es bueno ni deseable que el cielo sea siempre del mismo color, salvo quizás cuando está uno enamorado.