“Lo que no se hace con sabiduría, se hace con tiempo”. Es la frase de cabecera de Paco Pérez, accionista mayoritario y administrador de Aparthotel Paguera Beach. Nacido en Arjonilla (Jaén) en 1949, llegó a los 20 años a Mallorca para cumplir el servicio militar, y solo pisar la isla decidió que aquí iba a echar raíces. Se considera una persona con suerte en la vida y disfruta del trabajo diario. “Casi se puede decir que no tengo otra afición que el trabajo”, confiesa. Y admite que nunca ha tenido un mes entero y seguido de vacaciones: “A lo sumo, algunos días sueltos. Un mes, para mí, es demasiado. Todo cambia en un día, imagínese lo que pudiera pasar en 30...”.
¿Hasta qué punto resulta difícil para una persona de fuera de la isla triunfar en los negocios en Mallorca?
Yo solamente puedo hablar de mi experiencia, y debo decir que para mí hacer negocios y trabajar en Mallorca ha sido fácil, sobre todo porque siempre he sabido dar con las personas adecuadas en cada momento. Llegué a la isla en 1970, con 20 añitos, para cumplir con el servicio militar; nunca en mi vida había visto el mar, del mismo modo que en mi pueblo tampoco era habitual ver pasar camiones, porque en aquel entonces se usaban para el transporte todavía los animales de tiro, los burros. El caso es que al mes de mi llegada a la isla decidí que aquí me quedaba. Tan es así que escribí a mi padre y le dije que me hiciera el favor de hablar con mi jefe para que liberara mi plaza en la empresa del pueblo y se la diera a otra persona, porque yo no tenía intención de volver.
¿Por qué tuvo tan claro que se quedaría en Mallorca? Era usted muy joven...
Era joven, pero sabía lo que quería. Se dio la circunstancia de que en mi primer permiso en la mili fue el día 20 de noviembre, lo recuerdo perfectamente, y amaneció un día soleado, de modo que decidí subirme a un autobús y llegar hasta el Arenal. Al ver a tantos turistas y tanto movimiento, tomé la decisión de quedarme... Y hasta la fecha.
¿En qué trabajaba usted en su pueblo?
A pesar de mi juventud, lo cierto es que tenía yo un buen empleo, trabajaba como administrador en una empresa de marmolería, carpintería y cerámica, en la que trabajaban del orden de 300 empleados, entre ellos mi padre. En alguna ocasión tuvimos disparidad de criterios ante determinada situación, y le dije, con firmeza, que en casa él me podía regañar como padre que era, pero que en la empresa quien tomaba las decisiones era yo. Él lo supo entender siempre muy bien, porque sabía diferenciar el papel de hijo del de jefe.
“Al mes de mi llegada a Mallorca decidí que aquí me quedaba. Escribí a mi padre y le dije que me hiciera el favor de hablar con mi jefe para que liberara mi plaza y se la diera a otra persona”
¿Cuál fue su primer empleo en la isla?
Estando en el servicio militar, ya trabajaba. Fíjese lo que es la vida: en la propia mili solicitaron un voluntario para escribir a máquina. A mí se me daba muy bien, pero no me salí voluntario; sin embargo, un amigo habló de mis habilidades en esas artes (con más de 400 pulsaciones por minuto y buena ortografía) y me encomendaron varios trabajos de mecanografía; ese hecho me acabaría facilitando muchos contactos, empezando por el propio capitán, que se convirtió en gran amigo, y me abrió muchas puertas...
Ese mismo año, 1970, me incorporé al mundo de las agencias de viaje. Primero en Viajes Martel y posteriormente en Viajes Pelican, que abandoné en 1986. Entonces, inicié una nueva etapa como gerente de Clinic Balear, que me reportó mucho trabajo, pero también muchas satisfacciones, muchos amigos y un recuerdo muy agradable. También en 1986, aprovechando que algo conocía yo del mundillo hotelero y del turismo, entré como accionista del Aparthotel Paguera Beach. Digo que algo conocía porque además de haber trabajado muchos años en agencias de viaje, también había llevado desde 1974 la contabilidad de varios hoteles, para aprovechar mis tardes libres y sacar a mi familia adelante. Aprendí bien lo que se podía hacer y lo que no.
¿Cómo era el hotel en aquel entonces?
El hotel, construido en 1986, tenía 86 apartamentos, y no teníamos cocina ni recepción como tal. Así las cosas, con la importante reforma que llevamos a cabo en los años 2015, 2016 y 2017, con una inversión de siete millones de euros, dotamos de esos equipamientos al complejo para poder prestar un mejor servicio a la clientela, que en nuestro caso -e históricamente- ha sido casi exclusivamente alemana. Incluso ahora, cuando la contratación es esencialmente on-line. Gracias a una segunda ampliación, alcanzamos los 103 apartamentos actuales. Cada año parte del beneficio se destina a inversión. Ahora estamos trabajando, por ejemplo, en la instalación de placas solares, que ya podremos utilizar para la próxima temporada. Nuestro hotel, con unos 45 empleados, cierra el 31 de octubre para inaugurar temporada el 1 de marzo.
“A lo largo de la vida, he ido aprendiendo lo que puedo y debo hacer y lo que no. Por otra parte, me gusta ser dueño de mis decisiones y no tener que depender de otros"
¿Hasta qué punto es importante la gestión del personal para el éxito empresarial?
-A mí no me teme nadie en la empresa. Todo el mundo sabe que, ante cualquier eventual problema o situación que se pueda producir, tiene las puertas de mi despacho abiertas. Tengo claro que, para que una empresa funcione, el personal tiene que estar contento y sabiendo de manera muy clara cuál es su cometido y qué se espera de cada uno. En este sentido, los triunfos y los fracasos no son solo de una persona, sino del colectivo, aunque en este caso, en mi condición de administrador, sea yo la cabeza visible, la persona que da la cara y asume las responsabilidades y los riesgos de cada decisión, en términos económicos y de reputación. Pero lo he asumido siempre sin problemas, porque me gusta ser dueño de mis decisiones y no tener que depender de otros.
¿Qué les pide a sus empleados?
Les pido lo necesario, ni más ni menos. No pretendo que lleguen a mi nivel de compromiso o dedicación. Tampoco nunca le pido a nadie algo que yo no sea capaz de hacer. Ahora bien, está claro que todo el mundo tiene que aportar y ser responsable. Todos debemos saber lo que llevamos entre manos. Yo siempre repito una frase: ‘Lo que no se hace con sabiduría, se hace con tiempo’. Es una de mis máximas, porque resume perfectamente la manera en la que yo entiendo la vida y el trabajo.
Hablando de compromiso y de dedicación, usted no sabe lo que es disfrutar de vacaciones...
Vacaciones como tales, entendidas como un largo período sin acudir al trabajo, no las he tenido. A lo sumo, algunos días seguidos. Cuando tienes determinadas responsabilidades en las empresas en que estás, no puedes permitirte el lujo de irte un mes de vacaciones. Hoy en día todo va muy rápido; si se producen cambios a diario, es fácil imaginar lo que pueda cambiar en 30 días.
“‘Lo que no se hace con sabiduría, se hace con tiempo’. Es una de mis máximas, porque resume perfectamente la manera en la que yo entiendo la vida y el trabajo"
¿Todo está inventado en el mundo de los negocios?
No, considero que no todo está inventado. Es más, creemos que todos debemos reinventarnos constantemente, en todos los ámbitos y también en el turístico. No es ningún secreto que la tecnología ha cambiado el mundo y la forma de relacionarnos. De todas formas, soy de la opinión de que en los negocios lo más difícil es arrancar, ponerlos en marcha. Una vez hecho esto, si se trabaja con sentido común y se toman las decisiones adecuadas, muchas veces la inercia hace el resto.
Tiene usted 72 años. ¿Sigue pensando en estar al pie del cañón?
Como he dicho anteriormente, a mí me encanta el trabajo. Eso por un lado; por otro, casi no sé hacer otra cosa. En cualquier caso, en la familia ya tenemos tomada la decisión de que mi hijo Luis Miguel, con experiencia como subdirector de un hotel en Marruecos, se incorpore como recepcionista con nosotros en 2023, para ir tomando mi relevo. Hay que saber y hay que valer, y está claro que un trabajo no se aprende en un día ni en dos. Es una carrera de fondo.
“Hacer negocios y trabajar en Mallorca para mí ha sido fácil, sobre todo porque siempre he sabido dar con las personas adecuadas en cada momento”
¿Cómo es Paco Pérez en la esfera personal?
Diría que soy una persona que siempre ha tenido las ideas claras y que ha ido de frente. Voy con la verdad por delante; le guste a quién le guste. Siempre he sido presumido en el vestir y en mi aspecto; sin embargo, las cosas materiales me importan mucho menos. Cuando pienso en mi padre, creo que él se sentiría orgulloso, porque siempre lo estuvo, al igual que mi madre. Siempre me ha apasionado mi trabajo, que ha sido mi gran pasión y mi gran afición. Eso no es óbice para poder pasar encuentros con mis amigos, ya sea en una jornada de pesca en torno a una mesa o disfrutar de los bailes de salón junto a mi esposa.
En contrapartida, me aparto de la negatividad, de las personas tóxicas. Por otro lado, cuando hago negocios con alguien, se trata de que ganemos los dos, el acuerdo debe ser beneficioso para ambas partes. Tengo socios, que son también amigos, desde hace 52 años. Con eso está todo dicho. Sé también que en nuestro país el triunfo genera envidias, pero eso me importa poco, porque hago mi vida, no soy rencoroso, envidioso ni celoso. Lo que sí tengo es amor propio y orgullo, y me considero una persona que sabe estar y darlo todo cuando los amigos me necesitan.
Todo aquel que me conoce sabe que soy una persona inquieta, no sé estar quieto. En 2015, estando en el hotel, me dio un infarto y tuve que ser ingresado en la UCI. Pero yo no podía estar ahí contemplando las paredes, sin hacer nada. Tras consultar con los doctores, y sin ser lo más recomendable, me permitieron disponer de televisión y de teléfono móvil. Supongo que calibraron que, ante mi inquietud e impaciencia de no poder hacer nada, el facilitarme esos instrumentos era un mal menor.
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