Palmanova puede pasar a la historia como el lugar donde la banda terrorista ETA cerró su macabra lista de más de 800 asesinatos en medio siglo de existencia. En los dieciocho meses que han pasado desde entonces –era el 30 de julio de 2009-, ETA no ha vuelto a atentar en suelo español, y su única muerte desde entonces fue en marzo del año pasado durante un tiroteo en Francia mientras terroristas intentaban huir de la policía. La última acción planificada de ETA fue la cadena de artefactos que explotaron en distintos puntos de Palma diez días después de los asesinatos de los dos guardias civiles asesinados en Calviá. La madre de Diego Salvá, uno de los agentes fallecidos declaró hace poco más de un año su deseo de ser "durante mucho, mucho tiempo", la madre de "la última persona asesinada por ETA", y su anhelo parece estar cerca de cumplirse. Pero por desgracia, con ETA siempre debe hablarse en condicional, y cabe extremar la prudencia sobre los planes que anuncia. Las dudas del último comunicado proceden de las condiciones que pone la banda, y de la sospecha de que haya alguien en ETA con tanto poder en su seno como para que en un anuncio con sólo tres personas se eche el cierre para siempre a medio siglo de tiranía.
