Palma fue no hace mucho la mejor ciudad del mundo para vivir según The Times. Ahora es la segunda ciudad de España con más atascos y en cuanto a contaminación no vamos mejor. Tenemos más colapsos automovilísticos que Madrid, Sevilla o Valencia.
Los turistas suelen ser el chivo expiatorio para algunos. Se les culpa de casi todo. De los altos precios del alquiler de la vivienda, de la gentrificación, de la congestión de las calles de Palma y hasta de los colapsos en las carreteras. Pero los que usamos la Vía de Cintura, damos fe de que esto último es mentira. Palma está colapsada en invierno y en verano. En primavera y en otoño. Y eso ocurre porque en Balears tenemos casi un coche por habitante. Somos la Comunidad Autónoma líder en coches per capita. Al nivel de Estados Unidos. Para algunos, este dato será también achacable a los turistas.
¿Y qué hace la Empresa Municipal de Transportes de Palma para fomentar el uso del transporte público y reducir los colapsos y la contaminación? ¿Bajar el precio del bus para desincentivar el uso del coche? No. Lo contrario. Lo sube, nada menos que un 33%, de 1,5 a 2 euros, convirtiendo el billete sencillo de los autobuses de Palma como el segundo más caros de España.
El precio del billete único, según Facua, va desde el más caro en Barcelona con 2,2 euros hasta los 0,64 de Lugo. En la actualidad no estamos mal en el ranking de carestía del bus. Madrid está al nivel de Palma con 1,5 euros aunque por poco tiempo. Debe parecer poco estar al nivel de la capital porque en un mes subiremos un tercio la tarifa para ponernos cerca de la ciudad más cara como es Barcelona que, casualidad o no, es la ciudad líder en colapsos de España.
La contaminación no entiende de nacionalidades ni de residencias. No vale decir que la subida de precios solo afectará a los turistas ¿Y qué? Usarán más el coche de alquiler y contaminarán y colapsarán más. Pero también lo harán quienes carezcan de residencia en Palma: los nacionales desplazados temporalmente, los no palmesanos o los palmesanos sin tarjeta ciudadana.
El efecto sustitución será inminente. Si una bajada de precios aumentaría los usuarios del bus, una subida tan brutal aumentará de manera brutal el uso del coche para los no poseedores de la tarjeta ciudadana. Sean turistas o no. Según la EMT, un 20% de los usuarios no utiliza la tarjeta ciudadana y se verán afectados por la subida. Sobre los 40 millones de viajeros anuales son muchos los tentados al uso del vehículo por la carestía del bus. Los turistas emplearán más el coche de alquiler y llenarán más los aparcamientos de la ciudad que, por raones obvias, colapsan y contaminan igual que los de los residentes.
Esta subida del precio del bus alegrará la vida a los taxistas ¿Contaminan o colapsan la ciudad menos los taxis si va dentro un turista que un residente?
La incongruencia de la medida con las políticas pregonadas sobre sostenibilidad es absoluta. La propia EMT aboga en su página web por el uso del transporte público en la que se refiere a Palma como una ciudad invadida por los coches. También recuerda que el uso del transporte público es la forma más sostenible para el medio ambiente, contaminando entre 3 y 5 veces menos. Pues lo dicho, suban precios para alcanzar la deseada sostenibilidad de la ciudad.