Sin duda este uno de los retos más importantes del equipo del departamento de cultura de l’Ajuntament de Ciutat en esta legislatura, convertirse en la Capital Europea de la Cultura en 2031 y si quiere posicionarse junto a otras candidaturas debe mostrar su capacidad para hacerlo y aportar las suficientes razones para ser elegida, escenarios que muestren que nuestra ciudad está facultada para asumir este desafío.
Palma recientemente ha sido incluida en la lista “Best in Travel 2025” de Lonely Planet, que la ha seleccionado como uno de los mejores 30 destinos para viajar en 2025 dispone de espacios para que el público interesado en el arte y la cultura pueda contemplar donde se materializan las habilidades artísticas, donde se expone el trabajo realizado con talento, donde se presentan ideas y proyectos únicos, la aptitud de creadores que intervienen sobre un sinfín de soportes y materiales y que llevan sus piezas a los cinco continentes.
La prestigiosa guía Lonely Planet ha valorado su atractivo como destino City Break, la apuesta del consistorio por la sostenibilidad, su imagen como un destino turístico responsable y la oferta cultural con una programación de exposiciones de singular nivel, artistas entre otros como Jaume Plensa, Pedro Cabrita Reis, o Julián Opie, que han desembarcado en el inigualable escenario de La Llonja, siendo la única ciudad española que obtiene tal distinción.
Palma abre sus puertas al turismo cultural, ofreciendo diversas posibilidades de adentrarse en su historia y 2025 será fecunda en propuestas de arte y cultura. Exposiciones de artistas de la talla del neyorquino Peter Halley que tras haber pasado por el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid recalará en marzo en el Casal Solleric y el mismo lugar acogerá una exposición de Ángela de la Cruz, galardonada finalista del Premio Turner.
El arte surge del interior del artista para expresar su emoción y alinearse con la estética, para comunicarse con el público que se sensibiliza a través de la energía que recibe la visión, la transmisión de ideas, de conceptos, de valores consustanciales a lo largo del tiempo y eso en parte ha ocurrido este pasado 2024 en el Casal Solleric, contemplando obras de Tony Ousler, Manal Al Dowayan, KimSooja, Ghada Amer o Wolf Vostell.
Se mantienen eventos culturales como el Festival Palma Jazz, que se celebra en el Castell de Bellver, y el “Festival Cançons de la Mediterrània” que se desarrolla en la Catedral de Palma, la Nit de l’Art, el Art Palma Brunch y el Art Palma Summer, organizados junto a la asociación Art Palma Contemporani, son algunas de las actividades que dinamizan nuestra ciudad.
Y mención especial merece la labor promocional de la Fundació Miro Mallorca que se hace de la obra del artista universal Joan Miró. Desde cultura del consistorio se destaca como elemento clave en la excelencia cultural.
Palma apuesta por el arte como componente y exponente de la cultura, accesible, capaz de emocionar y de construir una comunidad integradora, con una oferta complementaria de calidad, en gastronomía con un catálogo culinario variadísimo de cocina típica y universal, hoteles reconocidos en todo el mundo al servicio de los visitantes, museos, teatros, un paseo por la ciudad permite contemplar la conservación de arquitectura de distintas épocas de edificios emblemáticos como El Castillo de la Almudaina, El Castillo de Bellver, La Catedral, La Llonja y las Parroquias mediavales…
EL CASTILLO DE LA ALMUDAINA
Esta fortificación ha sido siempre la primera residencia de los gobernantes de Mallorca. El recinto del castillo de la Almudaina describe en planta un rectángulo irregular. Su privilegiada situación, en una punta de la altiplanicie de la parte alta de la ciudad, lo convierte en un poderoso vigía, que domina toda la bahía y la parte baja de la ciudad.
A su vez, esta fortaleza se ve reforzado por catorce torres de planta cuadrada, entre las que destaca una más alta que el resto y que es conocida, desde el siglo XIV, como la Torre del Ángel, por estar rematada por una magnífica escultura-veleta del artista catalán Arnau de Camprodón, encargo del rey Jaime II, y que representa la figura del Ángel Custodio defensor de la ciudad y reino de Mallorca. Esta alcazaba fue residencia de los valis de Mayurqa y posteriormente se convirtió en residencia de los reyes de Mallorca. Jaime II a inicios del siglo XIV, remodeló y amplió de forma considerable el castillo.
EL CASTILLO DE BELLVER
El rey Jaime I, durante la conquista a la isla se percató de que el flanco de poniente de Madina Mayurqa estaba desprotegido — de hecho él y sus huestes llegaron a la ciudad a través de esa vía— y ya desde un primer momento propuso la construcción de una edificación defensiva en el Puig de Sa Mesquida, que es como se denomina la montaña donde se encuentra el castillo de Bellver. Su planta circular lo convierte en una fortaleza muy singular e irrepetible.
Son muchos los que se preguntan por qué el castillo se construyó así, sin un sólo muro recto en todo el edificio y en donde la circunferencia se repite incansablemente. Desde luego, se puede afirmar que la forma circular no responde a ninguna ventaja defensiva, antes al contrario, contraviene a la conservación del castillo y dificulta la vigilancia de sus flancos. En cambio, la belleza de su arquitectura, su privilegiada situación, la calculada repetición rítmica de los elementos arquitectónicos y ornamentales y su perfección geométrica, hacen pensar en que el diseño del castillo responde a una intencionalidad simbólica.
La construcción del edificio no se pudo ejecutar hasta veinticuatro años después de la muerte del monarca conquistador. Su hijo Jaime II, después de firmar el tratado de Anagni, en 1295, impulsó en Palma tres grandes proyectos: la Catedral, la remodelación y ampliación del Castillo de la Almudaina, y el Castillo de Bellver. A diferencia de los dos primeros, Bellver se acabó en relativo poco tiempo (1300-1330), lo que le confiere un aspecto constructivo unitario.
LA CATEDRAL
La primera noticia que tenemos sobre la construcción de la Seu de Mallorca la encontramos en el testamento de Jaime II, fechado en el año 1306, en que el Rey manda construir una capilla dedicada a la Santísima Trinidad —exenta de la antigua mezquita— para poderse enterrar en ella.
En 1311, año de la muerte del monarca mallorquín, la capilla ya estaba en funcionamiento a pesar de no disponer de los vitrales. A partir de entonces, y con una voluntad clara de construir una sede catedralicia digna del nuevo reino de Mallorca, se continuó con la labor constructiva levantando la capilla Real (1327) — actual presbiterio— que, como su nombre indica, también fue financiada por la Casa Real de Mallorca. Tras la desaparición de la dinastía real mallorquina, las obras de la Catedral se ralentizaron.
El altar mayor fue consagrado por el obispo de Mallorca Berenguer Batle en 1346. También es a partir de la segunda mitad del siglo XIV cuando se decide aumentar considerablemente las dimensiones del templo, pasando de una a tres naves, y la central con un alzado muy superior al de la Capilla Real y las naves laterales. No se conoce documentación que motive ese cambio de escala, pero no es aventurado pensar que en esos momentos se pensó en un proyecto más ambicioso que el trazado inicialmente. Fue entonces cuando se construyó el gran rosetón —el de dimensiones más grandes de la arquitectura gótica— Durante todos estos primeros años convivieron la antigua mezquita, de dimensiones más modestas y el nuevo templo gótico.
Al llegar el momento de levantar la nave mayor, la antigua mezquita se convirtió en un estorbo y en 1386 el cabildo decidió demolerla. La Catedral fue finalizada en 1599. La fachada neogótica data de la segunda mitad del siglo XIX.
LA LONJA o “Sa Llotja”
Es considerada una de las obras maestras de la arquitectura gótica en Mallorca, construida por Guillem Sagrera. Este edificio representa la capacidad económica, el poder y la soberbia a la que llegaron los mercaderes mallorquines durante la Edad Media. Fue construido en el cénit de la actividad comercial del reino insular, a partir del privilegio real otorgado por Martín I y cuyas obras se iniciaron en 1421.
El edificio sigue el modelo del gótico meridional, deudor de la arquitectura cisterciense, definido a partir de un volumen unitario y sencillo, en forma de cajón, que otorga un espacio interior unitario, el cual se articula a partir de tres naves ordenadas mediante siete pilares helicoidales que se elevan desafiantes y son coronados por las nervaduras de las bóvedas de crucería que cubren el edificio.
Este recurso arquitectónico provoca la sensación de estar rodeado de un jardín de palmeras pétreas. Las claves de las bóvedas están blasonadas rítmicamente con los escudos del rey Martín I, la Universidad de la Ciudad y Reino de Mallorca y del Colegio de la Mercadería. Antes de finalizar la construcción de la Lonja, Sagrera abandonó Mallorca. Tenía un pleito con el Colegio de la Mercadería, mientras que el rey Alfonso V le había reclamado desde Nápoles para que se hiciera cargo de la construcción del Castelnuovo.
El lienzo de muralla y las torres que se interponían entre el edificio gótico y el mar fueron derribados para que la Lonja se pudiese contemplar desde el mar. De esta manera el edificio pasaba a formar parte de la estructura defensiva de la ciudad y por ello se obligó a coronar el edificio con almenas, similares a las de las de las torres de Porto Pi.
LAS PARROQUIAS MEDIEVALES DE PALMA
Frente a un arte feudal y eminentemente rural como es el arte románico, en el siglo XIII surgió el arte gótico representativo de la burguesía y de la realeza, un arte esencialmente urbano. El gótico fue también la culminación del prestigio de la Iglesia y la obtención de su independencia frente al poder civil. El XIII es el siglo del prestigio del papado, de la creación y expansión de las órdenes mendicantes, intrínsecamente ligadas a las ciudades, y todo ello ligado a la expansión cultural impulsada por la burguesía y el poder real. Esta renovada realidad culminó en la plenitud de la escolástica.
En este sentido, las diócesis y las cátedras episcopales sufrieron profundas transformaciones en que los obispos —durante siglos auténticos señores feudales y seguidores de una vida poco edificante— consiguieron niveles muy superiores si se comparan con los tiempos del románico. Estas transformaciones eclesiásticas afectaron directamente a la concepción de las catedrales —éstas ahora se convertían en un centro de poder y del saber muy importantes, y a menudo también en símbolo del poder y la influencia episcopal en el sí de la ciudad. Del siglo XIII al XV se renovaron en profundidad, o se erigieron nuevas, la práctica totalidad de las catedrales de la Cataluña, Valencia y Baleares y ese hecho produjo una transformación radical del paisaje monumental de las ciudades del gótico meridional. En esta importante transformación se han de añadir las parroquias urbanas de esta época, las cuales a menudo compitieron con las catedrales en magnanimidad y esplendor.
Sin llegar al caso paradigmático de Barcelona, en que la iglesia parroquial de Santa María del Mar supera en muchos sentidos a la catedral de esa ciudad, Palma posee cinco templos parroquiales que también articularon esa transformación monumental de la capital del nuevo reino de Mallorca. La parroquia de Santa Eulalia es, desde todos los aspectos, el templo parroquial más importante. Tanto por su monumentalidad, con una planta de tres naves y una cabecera con deambulatorio, como por su importancia territorial y económica. El resto de templos parroquiales góticos siguen el discurso tradicional del gótico meridional de las iglesias de una solo nave con capillas entre contrafuertes. Todas ellas son un reflejo del gran impulso económico y demográfico que tuvo Palma durante las últimas décadas del siglo XIII y todo el siglo XIV, en que tanto la burguesía —los mercaderes y ciudadanos de Mallorca— que se convirtió en un importante agente del tráfico mercantil mediterráneo y atlántico; como la Casa Real de Mallorca impulsaron el nuevo reino que fundaron en medio del mar.