Fiel a su cita, y ya van treinta y cinco el Salón Náutico se ha adueñado del Moll Vell de Palma para configurarse en el mejor escaparate para la venta de grandes embarcaciones y de empresas de servicios relacionados con la náutica. Este año, se contaba con la interesante -y agradecida- novedad de ofrecer un circuito circular de estantes y exposiciones.
Digo que se trata de un evento necesario e imprescindible por tres motivos. En primer lugar, por tratarse de una de las grandes industrias de nuestra comunidad (tal como recordó el presidente de la Autoritat Portuària Juan Gual de Torrella en una entrevista concedida este domingo a mallorcadiario.com), en segundo término, por la gran importancia del turismo de puertos deportivos en nuestra expectativa de modelo turístico, y en último lugar, por la trascendencia histórica que siempre ha tenido la navegación para una comunidad en la que hasta hace relativamente poco sólo se podía llegar por vía marítima.
Me gustaría centrarme en el segundo aspecto mencionado y máxime en un momento en que la saturación turística está en un destacado puesto de la agenda política y social. Como no podemos eliminar el turismo como fuente de aportación a nuestro PIB -ni debemos- resulta del todo temerario denostar el turismo de puertos deportivos. Está claro que, en aras a una mayor sostenibilidad medioambiental, es preferible un turista que gasta mil a mil turistas que gastan uno. Así pues, aunque algunos se empeñen en resucitar a Marx, la alternativa a ese turismo de borrachera y todo incluído que aborrecemos es el turismo cultural y deportivo.
En la Palma Boat Show se destila, por encima de todo, poder adquisitivo y movimiento económico. Y todo ello redunda en la caja de resultados de muchísimas empresas y familias mallorquinas suponiendo sin ambages todo un pulmón para salir de la crisis y aguantar ulteriores embestidas de recesión. El Moll Vell es el marco perfecto para la exposición de embarcaciones en venta, empresas de mecánica, provisión de materiales, mecanismos electrónicos, accesorios, astilleros… así como también distintas actividades que sin duda consiguen ponernos con un ‘good mood’ típico del buen tiempo y del sabor del mar, como por ejemplo el vermut marinero organizado por el gran relaciones públicas Tommy Ferragut.
Así pues, agradecer a todos los que hacen posible esta celebración, a los que apuestan por ella y a los medios de comunicación por hacerse eco de tan vital acontecimiento para nuestra economía.