El nombre oficial que más me gustaría para la capital balear es 'Ciutat'. Esto va por gustos. Me gusta más como suena, su uso tradicional aún se mantiene, y le confiere -además de cuestiones históricas- una connotación propia muy diferenciadora. No es más que mi gusto particular.
'Palma' también me parece una muy buena opción. Por cuestiones prácticas a efectos identificativos en el mundo, y también a nivel fonético. Y por historia.
'Palma de Mallorca' es, para mí, la peor opción. El cuento de que si no lo decimos así se nos confunde con La Palma me parece un asunto ya muy superado aunque se produzcan aún algunas anécdotas.
Pero lo que me gusta a mí o no es lo de menos. Cort ha iniciado ya el trámite para el cambio de nombre -uno más- de la capital balear y no nos lo ha consultado a nadie, a ningún palmesano y/o empadronado en la ciudad.
Es lo que no entiendo. El equipo de José Hila debería elaborar un manual y explicar a los ciudadanos cuál es el criterio para convocar una consulta ciudadana como la de las terrazas del Born o la del cartel de Sant Sebastià. ¿Por qué se consultó sobre el Born por cuatro terrazas y no se hace lo mismo sobre el nombre de nuestra ciudad?
Cort abrió la polémica sobre las terrazas del Born y se le ocurrió cerrar la polémica con un referéndum. Una operación en la que había intereses económicos de por medio. O sea, podían haber perjudicados.
En cambio, si hay algún motivo por el que me parece interesante abrir una consulta ciudadana es precisamente para cerrar el debate sobre el nombre de la ciudad. No se me negará que éste sí tendría una altísima participación. Nada más simbólico que el nombre.
Pues no. Será 'Palma'. De nuevo. Y sin referéndum.
