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País Vasco

Por Joana Maria Borrás
domingo 22 de abril de 2018, 02:00h

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El País Vasco se beneficia astuta y sabiamente del colapso en las instituciones catalanas y lanza mensajes subliminales al Gobierno del PP. Hacen bien, otros si pudiéramos, haríamos exactamente lo mismo y a estas alturas, en lugar de tener carreteras en pésimo estado, una universidad sin recursos y hospitales y residencias para mayores con falta de espacio, de medios y de personal, tendríamos la financiación adecuada para presumir de CCAA frente a cualquier País de la UE o fuera de ella, como pueden presumir los vascos.

Nosotros no tenemos capacidad negociadora porque, además, no lo neguemos, no tenemos su carácter. Los vascos tienen las ideas claras, poco miedo a casi todo y valentía para defender sus intereses en los tiempos duros y en los tiempos los tiempos blandos como el de ahora. Hace treinta y cinco años viajaba con cierta frecuencia al País Vasco (cuando los aviones disponían todavía de anchos espacios y ser azafata o comandante era un auténtico lujo), y recuerdo de Bilbao ese cielo azul siempre metal, encapotado y lluvioso, y esa ría oxidada que no invitaba a soñar futuros mucho mejores. Aun así, en aquella época en la que algunos llegaban a casa alborotados porque les habían hecho bajar del autobús para montar barricadas y les habían disparado después, la policía, con pelotas de goma que ellos coleccionaban como aquí en las Islas coleccionamos las caracolas que recogemos en la playa, aun así y a pesar de ello, nunca doblegaron su carácter, siempre me dio la sensación de que tenían las ideas claras y la paciencia corta.

Hoy, más de treinta años después, esa ría puede presumir ante el mundo con un Guggenheim maravilloso que ha convertido los azules metálicos de antaño en una obra de arte con vida propia, magnífica. Bilbao ha experimentado un cambio drástico incluso en lo que concierne a su climatología. Ahora los veranos allí se asemejan a los que teníamos en las Islas también hace treinta años, cálidos y más secos. Sopla viento a favor para el pueblo vasco y ellos reman con la misma potencia e ilusión que hace más treinta años, por eso están dónde están y puedan apretar hasta dónde quieran hacerlo, nadie les ha regalado nada, sino que se lo han ganado a pulso.

No debemos confundir pues el deseo lícito de cualquiera de nosotros, de tener un sistema de financiación igual o mejor al del País Vasco, con las críticas de quien quiere, pero no puede porque no sabe, o si sabe, pero no se atreve a hacerlo porque en caso de moverse demasiado, puede que no salga en la siguiente foto.

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