Pactar ante la muerte

Produce escalofríos que una pareja que mató a golpes al hijo biológico de ella haya pactado sendas condenas de 12 años y medio para la mujer y diez para su compañero a cambio de reconocer los hechos que condujeron al homicidio. Es cierto que la actual aplicación de la Justicia en España concede mucha importancia al arrepentimiento,  pero reconocer que mataron al niño a cambio de menos pena desgarra las entrañas de todo ser humano.

Es cierto que en las actuales circunstancias sociales hay familias que viven en plena desesperación y que en no pocos hogares existe el riesgo de explosiones cargadas de ira a causa de las condiciones extremadamente adversas que han de soportar no pocas personas. Pero es no es nunca ha sido motivo para propinar una paliza a un menor, sobre todo por parte de su propia madre. Si a ello se añade que luego se llega a un pacto en los tribunales para aceptar la pena, sin intentar defenderse y  sin aceptar jamás que se ha matado al propio hijo, es que en algunos casos ya nos encontramos ante una realidad del todo desquiciada.

Las malas épocas deberían servir para fortalecer a las personas, para que creciera su dignidad ante las duras horas y pruebas que les toca vivir. No para aceptar una condena ventajosa a cambio de perder el amor propio y haber renunciado al más mínimo sentido de la vergüenza.

No se puede pactar ante la muerte provocada de un hijo. La autoestima debería estar por encima de estos acuerdos, que desmoralizan al conjunto del cuerpo social y hace que se hundan sus valores más preciados y levantados a lo  largo de centenares de generaciones.