En las democracias parlamentarias, la composición del poder ejecutivo –el gobierno– corresponde al Presidente electo. Las cámaras legislativas depositan la confianza –mediante la formación de mayorías parlamentarias– en una persona, que es designada Presidente. Y éste, a su vez, tiene las manos libres para designar los titulares de las carteras ministeriales. El cese de los mismos depende exclusivamente del Presidente, que a su vez, tiene la potestad para decidir el avance electoral si lo considera oportuno.
No les voy a contar nada nuevo respecto al ejecutivo de Sánchez. Una buena combinación entre imagen mediática y técnicos. En el horizonte, vislumbramos dos sentimientos encontrados. El primero, una especie de ilusión al ver cambios, que eran muy necesarios, en el Gobierno Español. Gente con nuevas ideas y nuevos proyectos que puedan resolver la crisis más grave desde la Transición. Aunque, por otro lado, y como comentaba al principio, la elección del Presidente se hace en función a una mayoría parlamentaria. Esto implica que la redacción de las leyes y sobretodo , la votación presupuestaria también deba salir adelante gracias a una mayoría parlamentaria. Y, permítanme dudar de la solidez de la actual. De aquí, el sentimiento opuesto. Una hipótetica pero posible inestabilidad debido a los intereses contrapuestos de los socios del actual Presidente.
No les negaré que ver en un ejecutivo a un astronauta de prestigio como Pedro Duque merece un reconocimiento expreso. La demostración de que la sociedad civil, pese a no militar en partidos políticos, puede y debe participar de los asuntos públicos se hace cada vez más evidente. Pese a ello, y pese al perfil técnico-mediático del nuevo ejecutivo debemos, desde la serenidad pero con firmeza, reclamar una vez más el rol que juegan las Baleares en Madrid. No solo no tenemos rol, al contrario, no estamos ni convocados para el partido. Cabe decir de entrada, que el perfil de un ejecutivo o de un grupo colegiado con tareas directivas debe ser la capacidad técnica. Pese a ello, ¿me harán creer que desde el año 2000 cuando se nombró a Jaume Matas Ministro de medio ambiente, no ha habido nadie con una capacidad notada que venga de Balears? Engáñense ustedes si así lo prefieren. Pero la necesidad de dar protagonismo a todas las regiones de un país también se mide en la influencia de éstas en los puestos de poder. Conformarnos con una Dirección General del Instituto de Mayores es de entrada ridículo. Y preocupante el hecho de que sea una constante en los diferentes y sucesivos puestos. Algún día, tendremos que decir “Basta”. Y recuperar el mismo liderazgo que tenemos en turismo, en crecimientos económico y en aportaciones a fondos de solidaridad. Si somos tan buenos para esto, queremos ser igual de buenos para gestionar los asuntos públicos. Si por contrario el ostracismo al que nos someten continúa por periodos indefinidos, no auguramos ningún optimismo en nuestra aportación al Estado.
Así pues, entendamos y reclamemos con firmeza nuestro derecho y nuestro interés en ocupar sitios de poder en España. ¿Ostentar poder puramente por poder? Se preguntarán ustedes. Y la respuesta es, no como fin, sino como medio para lograr cambios que beneficien a nuestra sociedad y que resuelvan los problemas agudos que sufrimos en estas cuatro islas de ultramar. He dicho.