Orden y concierto
martes 30 de diciembre de 2014, 13:07h
Estudié Física cuando tenía catorce años. Una sola asignatura en la escuela, sí vale, pero me proporcionó unos datos muy fiables para valorar el funcionamiento del mundo en general. Años más tarde quise consagrar mi vida a la Física aunque mi decisión se frustró cuando, una noche de invierno, se me apareció Dios Nuestro Señor en forma de suspiro y me recomendó que abandonara mi ilusionante propósito y me dedicara a otra cosa mariposa (lo de “mariposa” no lo añadió Él; lo escribo para dar realce al relato).
Durante mi curso de Física en el bachillerato aprendí –entre muchos otros conocimientos- que el Orden era la esencia del funcionamiento del Cosmos. Sin Orden no existe el Universo; no funciona. Y si no funciona, el Caos se apodera del Todo y el invento se va a la mierda, y disculpen mi estilo de realismo mágico tan contundente; es para que se me entienda.
Este breve y conciso preámbulo viene a cuento para explicarles que estoy hasta el gorro de ver que la gente, hoy en día, comen a destiempo. En las fruterías se venden con total impunidad fresas y cerezas en enero, melones en febrero, granadas en marzo, pimientos en abril, coliflores en mayo, calabazas en junio… y así hasta el infinito. ¡No señor, las cosas a su debido tiempo! Hay que acabar con esta forma de descoloque total o pringaremos todos. Si fuera necesario habría que crear un nuevo cuerpo de seguridad, con técnicas de pillaje urbano, para retirar del mercado toda esta parafernalia de despropósitos antinaturales y, a la par, vigilar la sagrada decencia del calendario. ¡Orden!
En esta misma línea editorial, el mundo no avanzará hasta que se hayan suprimido, de cuajo, las diferencias existentes entre Oriente y Occidente, así como las de Norte y Sur; lo de hoy en día es un auténtico desbarajuste y no tiene ningún futuro: la coña de los husos horarios no tiene parangón en la historia de los desastres cósmicos. Hay que pasar la escoba y barrer –de una vez por todas- el desajuste horario planetario; es decir, que las cuatro de la tarde sean las cuatro de la tarde en todas partes y que a las siete de la mañana todo el mundo se levante y se disponga a ducharse y desayunar para ir al trabajo que le corresponda. ¿Que habrá sitios donde la jornada laboral sea siempre nocturna?, también los panaderos trabajan de noche, o sea que a joderse. Me tienen harto las llamadas telefónicas de amigos que te cuentan como de puta madre es el templo de ‘Han-Xwang en los aledaños de Kuala Lumpur y me apisonan la noche. La igualdad horaria es el único camino para el progreso y la hermandad universal.
Para finalizar, es completamente necesario eliminar la estúpida barrera de los hemisferios: un solo hemisferio y se acabó la tontería esa del calor y el frío. Yo propondría como medida neutra que todo el planeta se posicionara bajo la estructura térmica de Panamá o las Islas Afortunadas. No se me acude otro método para conseguir unificar el mundo y regularizar los sistemas de la economía global.
Feliz año nuevo y a ver si, de verdad, conseguimos sacarnos de encima las vergonzosas imágenes de la primera edición de los telediarios del 31 de diciembre del año muerto, en las que se ve a los aborígenes de Nueva Zelanda, borrachitos ellos, comiéndose las uvas antes que nosotros.