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Orbe socialista

Por Francisco Gilet
miércoles 19 de diciembre de 2018, 03:00h

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Este gobierno es una fuente exuberante de frases, gestos y posturas. Seguramente el compendio de todas ellas haya surgido este fin de semana de labios del ministro Abalos, el que no tiene ni palo para darle un golpe al agua; «A la derecha se le hace insoportable que estemos ahí. Y no les vamos a dar ese gusto. Aunque sea solo por eso». O sea, lo importante es estar, mantenerse, para que no entre el «otro», la derecha, la que es xenófoba, inconstitucional, misógina, aparte de amante de los toros y la caza. Esa es la otra España que no acepta el ministro. Y así seguimos, echándole leña a la hoguera de la división, a la España de las dos Españas. Pues, al fin y a la postre, de eso se trata, de llegar, sea como sea, para quedarse, dado que los otros, los millones de españoles que no abrazamos el socialismo, somos una escoria que solamente está para asentir.

Allí, al ladito del presidente por estraperlo, está la ministra que ha condenado de antemano a todos los varones, con la perla «a la mujer hay que creerla, sí o sí». Una nueva matraca de la eliminación de la presunción de inocencia constitucional impuesta desde una ley sí inconstitucional, diga lo que diga el TC. Una ley que está representando un absoluto fracaso, como lo demuestran los lamentables casos recientes. Con el añadido del derecho a la protección de datos que prohíbe mencionar la nacionalidad del agresor, no sea cosa que sea musulmán, pero sí apropiarse de móviles privados para efectuar «comprobaciones» de no se sabe qué.

Y si la ministra Calvo se las da de jurista, la Celaá, con un gesto que la delata, sigue la senda del odio, y desoye al Consejo Escolar del Estado y su propuesta que la Administración del Estado fije una porción ¡mínima! del uso de la lengua castellana en toda España, "como lengua oficial que es". Y es que, de eso se trata, de no ser defender lo español, de favorecer las lenguas oficiales en las comunidades autónomas que la tienen, extendiéndolas a todas. Desvalorizar la enseñanza, con la asignatura «Valores cívicos», aplicando la doctrina socialista exclusivamente, es decir, el mínimo esfuerzo y la máxima recompensa. Los «otros» no pueden ser sino «contribuyentes» a la buena vida socialista. Ahí es nada, 7.000 millones en material militar, ya que, al fin y al cabo, el socialista siempre ha sido pacifista excepto con los «malditos» toros. A estos, a los toreros y a la «derecha», ni agua, y en el desierto polvorones. Es la cultura del odio practicada por los socialistas de hoy, que nos hablan de la Ilustración, pero olvidan su revolución del 34, no sea cosa que la ciudadanía entienda que su valor va más allá de la base imponible que produce.

Ahí está el fructífero «diálogo» del estraperlista presidente con los independentistas catalanes, mientras los riega con miles de millones de euros, mientras les regala nuestra historia vaciando Simancas, mientras archiva diligencias de los mossos implicados en deslealtad, mientras se prepara para acudir el viernes 21 a la Lonja a celebrar un consejo de ministros, corriendo el riesgo cierto de provocar algún «shahid» independentista del proceso, al estilo del 1-O. Más el colmo; auspiciar la presencia internacional de la nación catalana con una Eurorregión, en la cual integra a las Baleares, la perla apasionadamente deseada por el catalanismo. Los aplausos con las orejas de Armengol, de Soler, de toda la OCB ya pueden oírse. Y el ciudadano balear dejado de lado, sin voz ni voto. Maravillosa forma de gobernar una nación desde el manido «diálogo» que, por lo visto, según qué clase de ciudadano no se merece.

Todo lo demás, es condenación, es pecado capital contra el socialismo y, por descontado, casposo, completamente casposo. El gobierno socialista puede hacer y deshacer sin dar cuentas de nada, ya que ir a la boda del cuñado, en Falcon, es una cuestión de «seguridad nacional», prepararse el helicóptero para los nueve días de vacaciones por el «solsticio» invernal, es una «cuestión de Estado». Sin embargo, firmar un Pacto Mundial sobre Migración, sin que nos enteremos, eso para el socialista es gobernar. Es lo políticamente correcto, y a ello hay que abrazarse si lo ordena la ONU y la U.E., quedando marginados por xenófobos los países que no se adhieran. Paquete de insumisos en el que está la USA del «perverso» Trump, juntamente el Chile de Piñera y varios países antiguos satélites soviéticos. Según parece, en ellos no les apetece en absoluto perder sus raíces, ni su cultura, ni sus modos de vida, ni sus valores y tradiciones. Que de eso se trata, pero a la inversa. Hay que globalizar, desde la mezcolanza, a la humanidad occidental entera para hacer realidad el «Imagine» de Yoko y Lennon; ni país soberano, ni frontera, ni cielo ni dios ni género. Solo el «gran hermano» con un ojo vigilante desde el supremo triángulo. Para ello hay que erradicar la doctrina históricamente europea, judeocristiana, por considerarla nefanda por creativa, por impulsora, por pensante, por ilustrada e imponer la suya, la inexcusable; extender el falso «buenismo» socialista por todo el orbe occidental. Y el orbe, sin enterarse.
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