El sorpresivo fallecimiento a causa de un infarto de la senadora por la Comunidad Valenciana, Rita Barberá, solo dos días después de haber declarado en calidad de investigada ante el Tribunal Supremo en el marco de la ‘operación Taula’, ha causado estupor. El óbito inmediatamente ha hecho que todo el mundo se haga la pregunta de si los problemas judiciales, su apartamiento del Partido Popular -del que se dio de baja tras ser imputada- y el permanente escrutinio público, pudieron hacer mella en su salud. Lo cierto es que para mucha gente la exalcaldesa de Valencia ya estaba más que condenada sin juicio alguno, ni falta que hacía. Muchos de los que se llenan la boca de derechos, ignoran por completo que en España existe la presunción de inocencia y que todo el mundo es inocente mientras no haya una sentencia dictada por un tribunal, tras un juicio con las debidas garantías. Para ellos, la declaración de Barberá ante un magistrado del Tribunal Supremo ya constituye toda una condena y tras ella, todo está justificado.
Los de Podemos han introducido en la vida pública el desprecio y el oprobio hacia sus rivales políticos por el mero hecho de pertenecer a otro partido
Para ahondar en el escarnio hacia una persona que ocupó el sillón de primer edil de la capital del Turia durante 24 años consecutivos, elegida democráticamente por sus convecinos, los diputados del Grupo Parlamentario Podemos, al frente de los cuales está Pablo Iglesias, decidieron salir del hemiciclo del Congreso de los Diputados para no guardar el respetuoso minuto de silencio que se acostumbra en estos casos, en señal de luto y de respeto, algo que no sucedió en el Senado donde los de Podemos sí mantuvieron las formas. Pablo Iglesias, convertido en magistrado supremo del tribunal popular, se opuso a homenajear a Rita Barberá al considerar que su “trayectoria está marcada por la corrupción”. ¿Acaso ha sido condenada? ¿Acaso puede defenderse ahora de esta acusación que ella siempre negó rotundamente, incluso el lunes pasado ante el juez?
Los de Podemos han introducido en la vida pública el desprecio y el oprobio hacia sus rivales políticos por el mero hecho de pertenecer a otro partido. Su vileza no tiene parangón e inmediatamente las redes sociales ardieron de gente que manifestaba su alegría por el fallecimiento de Barberá. David Abril, en alusión a la senadora finada, dijo que “Hay personas que no merecen un homenaje”. El portavoz de Més per Mallorca debe considerarse con derecho a juzgar a una persona fallecida, el mismo día de su muerte. Es difícil incurrir en comportamiento más mísero.