La consellera de Salut se enfrenta a un grave problema con el aborto

La consellera de Salut, Carmen Castro, se ha metido de lleno en un jardín, de maleza diría yo, con el tema del aborto, del que le va a ser muy difícil salir, salvo que detrás de la decisión de suprimir el concierto con las clínicas abortistas haya algo más de lo que sabemos.

La consellera sabe, o debería saber, que en la red sanitaria pública hay numerosos objetores de conciencia y que, por lo tanto, no van a practicar ni un aborto, por muchas declaraciones que haga, mientras que la nueva ley, esa que nos han regalado Zapatero y la inolvidable Bibiana Aído, es una ley de plazos, de forma que toda mujer que quiera interrumpir de forma voluntaria su embarazo en tiempo y forma puede hacerlo.

Ya no hay supuestos sino simple y llanamente la decisión de abortar, por lo que garantizar este derecho, contemplado en la ley, necesita de unos medios y esos no están en el sector público, aunque la consellera mantenga lo contrario, así que o toma las medidas necesarias o estará incumpliendo la ley. Y esto es así, estemos a favor o en contra del aborto.

Otra cosa es que esta decisión de Carmen Castro se base en el conocimiento de una posible modificación de la legislación actual por el nuevo Gobierno de la nación, volviendo de nuevo a los supuestos y eliminando los plazos. Sólo así se entendería la supresión del concierto, porque de continuar como estamos auguro gravísimos problemas en los próximos meses, eso, o una vuelta atrás en la decisión tomada, algo muy habitual en los últimos tiempos.