La sanidad balear está a punto de explotar y la consellera de Salut, Carmen Castro, está desaparecida. ¿Dónde está la consellera que no sale a dar la cara y a explicar qué está pasando? ¿Por qué deja que sea el director general del Ib-Salut, Juan José Bestard, el que reciba todas las críticas? ¿No es su brazo ejecutor?
Nadie entiende este silencio de Castro en unos momentos como los actuales, en los que una marea de protestas y denuncias recorre el Servicio Balear de Salud, como tampoco nadie entiende el silencio del presidente del Govern, José Ramón Bauzá, último responsable de lo que está sucediendo, pero lo que menos se entiende es que nos digan una y otra vez que no se ha producido ni se va a producir una merma de la calidad asistencial.
¿Nos toman por tontos? ¿No nos conceden ni un mínimo de inteligencia? ¿Cómo se va a garantizar la calidad asistencial metiendo las tijeras sin parar? Mienten cuando se les llena la boca de calidad y lo saben, como también lo saben los profesionales y los pacientes que están sufriendo estos recortes.
Listas de espera interminables, pruebas e intervenciones que se retrasan, consultas abarrotadas, urgencias masificadas, vacantes que no se cubren, contratos que no se renuevan, personal desbordado… Y todo en aras de un ahorro que, además, ha quedado en las manos de los menos cualificados.