La propuesta y los datos
A casi 5.000.000 de euros (831.025.742,63 de las antiguas pesetas) ascendía la autorización del acuerdo del Consell de Govern del día 23 de diciembre de 2011, para iniciar el expediente de contratación para la implantación de una nueva tarjeta sanitaria.
Como novedad, además de la tradicional banda magnética, la nueva tarjeta sanitaria, en línea con el desarrollo tecnológico, debería incluir un chip de seguridad y una fotografía de la persona titular. Dentro de las medidas de sostenibilidad se estableció vincularla a una nueva tasa. El proyecto era plurianual y para el año en curso reservaba 3 millones de euros. La propuesta se anunció a bombo y platillo y se presentó como la panacea contra el fraude. Se estableció el mes de mayo como la fecha máxima en la que entraría en vigor.
Cuando un proyecto llega al Consell de Govern, lo hace con la correspondiente memoria de necesidad, una memoria técnica, y una memoria económica.
La realidad
Medio año más tarde, se continua entregando la tarjeta sanitaria antigua, las previsiones iniciales se están descafeinando y demorando su entrada en vigor. Al parecer se ha anulado el concurso anterior y se ha hecho pública, la previsión de sacar la emisión de nuevas tarjetas por la cantidad de 800.000 €, para lo que resta de año, y se prevé implantar los procesos de distribución y mantenimiento con medios propios.
Se puede interpretar que la previsión inicial se ha incumplido en plazos, conceptos y en su desarrollo.
Me quedo con lo positivo
El gasto real para el 2012, será 4 veces menor al previsto, el ahorro real total puede superar los 4 millones de euros y abre la posibilidad a que se implique, en su implantación, la propia organización, redistribuyendo recursos humanos.
El proyecto habrá generado menos gasto y la organización se habrá enriquecido al participar directamente en su desarrollo.
La implantación de proyectos que aportan valor a una organización precisa, además de cumplir con todo el procedimiento administrativo, conocimiento profundo del tema, compromiso con la dirección y ética con la institución.
En realidad, mientras se implanta la nueva tecnología, la verdadera asignatura pendiente de la unidad de tarjeta sanitaria de nuestra comunidad, que cuenta con magníficos profesionales, y la implicación exquisita de las unidades administrativas de los centros de salud, sigue siendo su papel estratégico en la organización.
La unidad de tarjeta sanitaria debe dejar el ente provisor, el servicio de salud, para desarrollarse dentro de los órganos de aseguramiento y planificación de la conselleria, impulsar programas de coordinación y homogeneización administrativos y centrarse más en la aplicación estricta de las condiciones de facturación externa a otras entidades, que en poner trabas a los más necesitados. .