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La inspiración

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 05 de octubre de 2019, 02:00h

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Cuando publicamos artículos con una cierta regularidad, querríamos escribir siempre textos que gustasen al mayor número posible de personas, pero, no haría falta decirlo, en no pocas ocasiones no ocurre así. En esos casos concretos en que seguramente no hemos estado a la altura esperada, solemos echarle la culpa a la falta de inspiración. «No estaba inspirado», solemos decir a modo de tierna excusa o buscando quizás un poco de comprensión añadida en nuestros lectores habituales.

¿Y por qué no estábamos inspirados tal o cual día, sentados ante nuestro ordenador? Podríamos responder diciendo que eso suele ser muchas veces un auténtico misterio. Aun así, también es cierto que a veces el problema nace ya desde el momento mismo en que hemos escogido un asunto o un tema concreto para tratarlo o desarrollarlo en la columna que hemos de escribir ese día.

Así, si por ejemplo hemos decidido hablar de sentimientos o de fútbol, seguramente la cosa no funcionará si justo entonces estamos pasando por una mala racha afectiva personal o si nuestro equipo no se encuentra en su mejor momento. Si nos decantamos por hablar en cambio de política, en especial de la española, el problema sería que uno suele estar ya muy cansado y agotado psicológicamente antes de empezar a escribir la primera palabra sobre esta cuestión, así que con más motivo tendrá serias dificultades para intentar completar las primeras líneas y no digamos ya el artículo entero.

También puede suceder que a veces uno no esté inspirado en ningún sentido, que simplemente no lo esté, aunque el asunto sobre el que vaya a tratar le guste especialmente y ofrezca además la posibilidad de poder presentar un enfoque personal y atractivo al mismo tiempo. En mi caso, estaríamos hablando de los artículos relacionados con el cine, la literatura, la música y, por supuesto, la repostería mallorquina.

Un columnista debería de ser siempre como el delantero centro de nuestro equipo de fútbol, constantemente predispuesto a dar las mayores alegrías, pero incluso a los mejores delanteros —no daremos nombres— puede fallarles también a veces el olfato goleador, es decir, la inspiración.
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