Tiene este tío una clara vocación de meterse en jardines ajenos. A ver qué le importa a Rodríguez si la showgirl mexicana tiene pinta de superputa, término equivalente a putón, a ver a qué viene esa descalificación para justificar el supuesto veto de Sara Carbonero o la debilidad de Casillas ante cualquier mujer exuberante. Ganas de meterse en berenjenales este viejo portavoz que se resiste a perder protagonismo en la Red y en algunas tertulias. Vamos a ver: todos hemos visto en spot de televisión y en portadas de revistas a Beckam, Cristiano Ronaldo, Carlos Moyà… y hasta el mismísimo Rafa Nadal enseñando cuerpo o paquete, con los pectorales de libra de chocolate (así salió un verano su exjefe Aznar), en actitudes eróticas y a nadie se le ha ocurrido calificarles públicamente de gigolós, exhibicionistas o gays. Pero se trata de una modelo profesional metida a periodista ocasional, con fama de atrevida, una mujer que quizá hizo un montaje y dejó en entredicho a Carbonero y Casillas, y claro, hay que machacarla por putón. Lo del trío Casillas, Carbonero y la mexicana Gabriela Elizalde ha sido interesante cuando se creía que había por medio una presunta rabieta por celos –cosa frecuente en eso del amor y la posesión-, cuando se intuía la tendencia de Casillas a la infidelidad, cuando se supuso que hubo un obstáculo a una entrevista pactada. Una vez que se abre paso el montaje ya ha perdido interés porque es otro caso más de intento de aprovecharse de los famosos para medrar en la profesión. Pero de ahí a montar una encuesta ad hominem para llamar superputa a una periodista es una clara invitación a que lo califiquen de intolerancia, misoginia y conservadurismo. O sea, la imagen pura de un tipo que siempre busca protagonismo metiéndose en berenjenales que ni le van ni le vienen. Y fue portavoz del Gobierno de Aznar.