Después de seis temporadas sin pisar los terrenos de juego en Primera División, incluso habiendo probado hace dos años el sabor de la hiel en el abismo de la Segunda División B, el Real Mallorca vuelve a la élite del fútbol en una de las ligas más competitivas del mundo.
La afición tiene hambre contenida de fútbol de primer nivel y el club lo sabe. De ahí, los precios de las entradas para este domingo: desde 80 hasta 250 euros. Sin excesiva dificultad se podría encontrar una combinación que arrojara un precio más bajo e incluyera un vuelo low cost y la entrada al Bernabéu.
A pesar de la inicial queja de algunos, por lo elevado de los precios, se ha colgado el cartel de “no hay entradas”.
El precio ideal de las cosas es aquél que el usuario estaría dispuesto a pagar. Este axioma es el más certero a la hora de fijar un precio. Y hay muchos.
Se han escrito tomos sobre esta variable del Marketing y hay muchas opciones para fijar el precio de un bien o de un servicio: aplicando un margen a los costes (directos e indirectos), según los precios que fijan los demás aun obviando los costes propios, empleando precios psicológicos o, como hace Zara que, según artículo de ayer en El País, emplea tres variables.
Según se extrae, Inditex (empresa matriz de Zara), el precio de un mismo producto varía según el país en el que se venda y lo fija teniendo en cuenta tres variables: según el PIB del país (del que se deduce la riqueza), según el poder adquisitivo de los habitantes del país (también se aproxima a la riqueza o capacidad de compra) y según el posicionamiento de la marca en la mente del consumidor.
Todos esos criterios están bien pero, repito, el definitivo es saber cuánto está dispuesto a pagar el consumidor por un bien o por un servicio.
El precio de las entradas del RCD Mallorca tiene tres aspectos a favor de fijar precios elevados en comparación con el de otros partidos. Y son razones muy viscerales, hecho que facilita que los consumidores paguen precios elevados.
Primero, el hambre contenida de fútbol del máximo nivel que tiene la afición, después de tanto tiempo y habiendo pasado por la Segunda División B hace muy poco tiempo.
Segundo, las tan marcadas filias y fobias que mueven a los aficionados por ver al Real Madrid. Y encima, viene siendo el líder.
Tercero, la escasez. Solo han salido a la venta 3.500 entradas y el miedo a perdérselas ha hecho que, incluso con esos precios, se cuelgue enseguida el cartel de “no hay entradas”.
En las redes sociales, en la cotización de valores y criptomonedas o en la tecnología, en general, ese fenómeno se conoce como FOMO (“fear of missing out” o miedo a perderse algo) que es un nuevo trastorno del comportamiento que deriva en ansiedad por el miedo a quedarse fuera o a quedarse sin algo.
El hecho de la venta tan rápida, a pesar de los precios, da que pensar que el club podría haber fijado precios más altos y habría acabado llenando el campo. Pero, para aprovechar esos flecos están otros que revenderán sus entradas a precios mucho más elevados. Las de la pasada final de Champions League se llegaron a colocar a 10.000 euros en el mercado de reventa.
Ya circulan ofertas para ver al Real Madrid este domingo a precios superiores. Alguna curiosa que reza “vendo boli y regalo dos entradas para ver al Real Madrid. Precio del boli: 300 euros”.
Este debate deriva en otro más interesante, si cabe, que es el de considerar qué es caro y qué es barato. Pero eso daría para otro artículo. Solo un anticipo: Nunca digan que un producto o servicio es caro o barato solo basándose en el precio que tiene. Esperen a ver qué reciben a cambio.