Winston Churchill, primer ministro británico a mediados del siglo pasado durante cerca de 9 años, hizo lo posible en 1940 para que España no tomase partido del lado fascista en la Segunda Guerra Mundial, incluyendo el pago en metálico a los generales que aconsejaban directamente a Franco. Juan March Ordinas era el enlace que el espía en Madrid del gobierno británico, Allan Hillgarth, tenía para mediar con la cúpula militar española, y Churchill, ante las dudas sobre la honradez de su contacto en España, dijo que lo importante era “el valor” que el mallorquín tenía para ellos, y no la forma en la que se enriqueció. Esta máxima sigue hoy en plena vigencia, del mismo modo que ha estado presente en los últimos casi 30 años en la política balear, desde que en las primeras elecciones autonómicas, en 1983, empataron a escaños los dos partidos mayoritarios en las Islas, PP y PSOE, y en un pequeño partido recayó decidir quien gobernaría -junto a ellos, claro-. El alumbramiento de UM como la formación decisiva de Baleares fue obra de los nietos de Juan March Ordinas, quienes auspiciaron el pacto que convirtió a Gabriel Cañellas en presidente balear en detrimento de un entonces joven abogado llamado Félix Pons. UM -igual que el pirata más famoso del Mediterráneo- tiene imbricado desde su origen la habilidad para, con poca cosa, hacer fortuna de las guerras de otros, gracias a un rol de bisagra que ha sabido explotar debido a que en la desesperación sus aliados dejan de lado las exigencias éticas. Pero el primer registro de este calibre en democracia a la sede de un partido político ha llevado a que la cúpula uemita se plantee su refundación, ya que a 90 días de los comicios autonómicos se arriesgan por primera vez a quedarse sin representación en el Parlamento. El mayor riesgo que corre la formación es que una refundación se vea aplacada por otro inmediato registro similar, o detención, o imputación, lo que avivaría el peligro de defunción para un partido que nació de la disputa entre Santiago Rodríguez Miranda y Jeroni Albertí, los dos pesos pesados del centro derecha balear de entonces. Jaume Font y su Lliga Regionalista tienen una génesis muy parecida, y el único botín real al que puede aspirar será al relevo de UM como partido decisivo con dos o tres escaños como máximo, a costa siempre de sacar tajada de la frágil integridad de quienes están al mando.
