Olaizola insiste en la mejoría del equipo, discusión bizantina en tanto en cuanto se desarrolla en el marco de la opinión de cada uno y en términos siempre relativos y de gusto particular. Si reducimos el debate a la estricta estadística, los números desde la salida de Fernando Vázquez no respaldan su criterio. Porcentualmente el Mallorca logró el 35% de los puntos en disputa a lo largo de las primeras diecisiete jornadas de liga, mientras que desde la siguiente hasta esta última cita en Murcia sólo ha sumado el 30’3%. El promedio de goles encajados es muy parejo, 0’94 por partido ante y 1 ahora, mientras que la eficacia ante la portería contraria sí que ofrece una perspectiva más optimista, de 0’59 con el gallego a 1 en la actualidad. Pero con estos guarismos nadie puede sacar pecho, por lo que huelgan enfrentamientos dialécticos y consideraciones inútiles. Falta mucha humildad en todas las áreas del club frente al exceso de prepotencia y ceguera alejadas de la realidad que pregona la clasificación.
Restan catorce jornadas para que cese la pesadilla, salvo que el sueño empeore, y se necesitan el 50% de los puntos en disputa; es decir siete victorias o su equivalente en empates. Todo lo que no pase por hablar y centrarse en ello, es una pérdida de tiempo y energía. Y desde el club, digámoslo así, nadie ayuda.