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La nueva normalidad: esperanza y dudas por igual

sábado 20 de junio de 2020, 00:00h

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Acabado el estado de alarma, los ciudadanos estrenan este fin de semana la llamada 'nueva normalidad', una situación de duración indeterminada que ha quedado regulada por el gobierno central y que será modulada por cada comunidad autónoma hasta que se retire definitivamente la alerta sanitaria provocada por el coronavirus. En Baleares, el Govern ya ha dictado las normas de aplicación general en todo tipo de actividades. Así, hay aforos máximos para restaurantes, comercios, espectáculos... a la vez que se establecen distancias de seguridad en fiestas populares o playas, y se prohíben determinadas actividades, principalmente de ocio, que pueden conllevar alto riesgo de contagio.

El nuevo ordenamiento sucede a los 98 días que ha durado el estado de alarma decretado en marzo para frenar el virus y que ha dejado imágenes imborrables que marcan lo bueno y lo malo de un periodo incalificable o, cuanto menos, extraño: los aplausos al esfuerzo de los sanitarios, el disciplinado confinamiento de los ciudadanos, las numerosas muestras de solidaridad..., pero también la falta de equipos médicos -sobre todo al inicio de la crisis-, el envenenado debate político, los incomprensibles bailes de cifras a la hora de contabilizar las víctimas, el drama de las residencia de ancianos... Y, por encima de todo, las más de 28.000 vidas que se ha cobrado la enfermedad en España, si únicamente damos por buena la cifra oficial que reconoce el Ministerio pero que probablemente es mucho mayor, según otras instancias también oficiales.

La sociedad sale del estado de alarma con muchos miedos aún, con bastante esperanza, pero sobre todo con muchas incertidumbres. Hay dudas sobre las opciones reales de hallar remedio clínico al Covid 19 en un periodo razonable de tiempo, a la vez que se genera una gran preocupación sobre el futuro inmediato de la economía. El zarpazo recibido con el cierre de los negocios en el periodo más duro del confinamiento anuncia lo que puede ser el camino señalado para muchas economías domésticas si no se pone remedio urgente desde las administraciones -desde las más locales a las de ámbito europeo, que tienen que resolver aún la asignatura pendiente del diálogo y la solidaridad-. Hay que evitar que el daño económico resulte más letal que el propio virus, lo que a fecha de hoy no es descartable.

De momento, sólo sabemos que el mundo de la 'nueva normalidad', sin duda, es diferente y, aunque es difícil perfilar si cambiara mucho, poco o nada nuestra forma de actuar y relacionarnos, sí cabe aventurar que será necesario un mayor entendimiento y mucha más capacidad para dialogar y aceptar nuevos planteamientos. Sobre todo, por parte de quienes tienen que tomar las decisiones que afectan a todos.