Los datos revelados por el último Barómetro del Centro Reina Sofía muestran una juventud con demasiados comportamientos machistas; especialmente, por lo que respecta a determinadas actitudes con el uso de las redes sociales y a actitudes posesivas que resultan poco acordes con el momento social de reafirmación de las mujeres que se vive en todo el mundo.
Las cifras del barómetro señalan que un 30 por ciento de los varones más jóvenes se autodefinen como "feministas", aunque sólo la mitad opina que es justo respetar el espacio individual de sus parejas. En el caso de las mujeres, el 30 por ciento también opina que es adecuado este control. El mismo estudio señala que seis de cada diez chicas y casi cuatro de cada diez chicos justifican los celos o el control del móvil de la pareja porque son "una prueba de amor".
Otros datos recogidos por el estudio señalan que el 30 por ciento de los jóvenes creen que el oficio de ingeniero es más apropiado para un hombre, mientras que los relacionados con los cuidados y la atención a las personas corresponden más a las mujeres. Tanto chicos como chicas otorgan mayor responsabilidad en la crianza y el mantenimiento del hogar a las madres.
Son datos sorprendentes, máxime cuando en la actualidad -al menos sobre el papel- el feminismo se sitúa como eje transversal en cualquier actuación social. Algo debe de estar fallando para que la mentalidad de los jóvenes se acerque más a la de sus abuelos que a la de sus padres. El uso de las redes sociales y la creciente falta de privacidad a través de internet pueden facilitar acciones que acaban desembocando en el control de las parejas o en actitudes peligrosamente posesivas. Pero su origen, probablemente, habría que buscarlo en el ámbito de la educación y en los recursos de manejo social que damos a niños y adolescentes, desde las familias a los centros educativos o los medios de comunicación.
Cabría revisar la forma en que se están trasladando los modelos sociales a los niños; modelos sociales en los que sigue prevaleciendo una excesiva sexualización de la imagen de la mujer y en los que se admiten con total normalidad letras de canciones, videos, arquetipos sociales o manifestaciones que resultan incompatibles con el ideal de igualdad que debería lograrse.