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Despidos Indignos

Por Joana Maria Borrás
domingo 30 de junio de 2019, 03:00h

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Con todos mis respetos: no me gusta el derecho laboral y es más, si me hubieran dado a elegir entre ser abogado laboralista o cantante de ópera hubiera elegido lo segundo aún a sabiendas de que soy incapaz de afinar ni un villancico navideño.

Por otra parte siempre he pensado que el despido libre es la mejor fórmula para regular el mercado laboral de tal forma que, liberando al empresario de la pesada carga que supone, no ya el despido en sí, sino el ajetreado trajín judicial posterior, pudiéramos conseguir un sistema de selección de personal más beneficioso para todos, incluido el propio trabajador aunque parezca un contrasentido.

No hay nada peor para un trabajador eficiente y eficaz que tener que compartir jornada de trabajo con otro que no lo es o simplemente, se niega a serlo. Nada peor para trabajadores altamente cualificados que el tener que esperar su turno para entrar a trabajar en un empresa simplemente porque el despido de quienes con su trabajo no alcanzan los objetivos previstos, se demora porque es excesivamente caro.

Por no decir el mal ambiente que se genera en una empresa cuando uno o varios trabajadores han llegado a ese límite que consiste en no sentirse bien con el trabajo que hacen o no sentirse bien con el jefe y viceversa. Nuestro sistema educativo, al margen de los contenidos propios de cada área (y este es un tema que me da para otro artículo), debería marcarse otros objetivos tales como el de educar al niño no para que el día de mañana sea un buen profesional sino simplemente para que el día de mañana sepa elegir aquello que le haga más feliz. Si esta es su elección seguro que después será ese buen profesional o excelente trabajador porque gran parte del éxito depende, no tanto de los conocimientos que tenga, sino de la energía y vitalidad que se desprende cuando uno trabaja en lo que realmente le gusta.

Dicho todo lo anterior y habiendo dejado claro que ni soy abogado laboralista, ni sindicalista, y que votaría SI al despido libre, he de añadir que algún trabajador despedido con las formas que utilizan (según me han contado) algunas grandes empresas, debería (al margen de la demanda por despido que le pueda corresponder) presentar demanda ante los tribunales civiles solicitando indemnización por daños morales, por vulneración flagrante del derecho a la dignidad amparado por nuestra Constitución.

Me parece lícito que una empresa decida despedir a un trabajador por los motivos que sean; me parece lícito que lo llame para ir al despacho de no se quién a media mañana o a media tarde y que éste se vea obligado a dejar su puesto de trabajo a mitad de jornada mientras sus compañeros se preguntan que estará ocurriendo; me parece bien que se le entregue una carta de despido, hasta aquí nada que objetar. Pero que inmediatamente después se le obligue a recoger todas sus pertenencias en pocos minutos, escoltado y vigilado por un guarda de seguridad y un responsable de recursos humanos que le han entregado una bolsa para que introduzca sus pertenencias acumuladas durante años o meses de trabajo en esa empresa, todo ello en presencia del resto de sus compañeros de trabajo, y que le acompañen hasta la salida después, me parece simple y llanamente un ataque a la dignidad humana.

Para quienes tengan alguna duda les diré que se utiliza este sistema no sólo con trabajadores que hayan cometido presuntamente algún tipo de delito o falta muy grave o grave, sino con cualquier trabajador, sea cuál sea la causa del despido. Es decir, imagine usted que después de 10 años en su empresa ésta decide recortar gastos y para ello le selecciona para ser despedido. Le llaman, le dan la carta de despido y una bolsa o una caja, le escoltan hasta su mesa para que recoja sus pertenencias y le depositan en la calle pocos minutos después. Usted es un buen trabajador, el problema radicaba en que ganaba más de lo que le van a pagar a otros que harán el mismo trabajo que usted.

La explicación para tal vulneración del derecho a la dignidad de una persona es de lo más contradictorio: lo hacen para evitar que el trabajador tenga tiempo de sacar copias de la documentación o material de la empresa; para que no pueda pasar información antes de irse a empresas competidoras o conseguir datos de estas; lo hacen para que después no pueda decir que se dejo su oso de peluche en el cajón de la mesa y la empresa es la responsable de esa pérdida; lo hacen para no darle tiempo a enfurecerse y que no le pegue un guantazo a algo o a alguien.

Seguro y me consta que esas empresas han copiado modelos archiconocidos que se utilizan en otros Países, pero no por ello dejan de ser ilícitos para mí, aparte de ser inhumanos. Quizás, si en lugar de copiar nos dedicaremos a inventar, seguramente se nos ocurriría un sistema mejor para evitar las presuntas desgracias que pretende prevenir este sistema tan cruel como desfasado.

Vuelvo al principio: es lícito que una empresa decida que trabajadores quiere tener y que trabajadores no; incluso para mi es lícito que decida sustituirlos en función del coste y de su salario si no es a costa de perder buenos profesionales; pero por favor, no traten a las personas como si fueran basura, porque además, en una empresa que divide a sus empleados en “ejecutores y posibles ejecutados” se corre siempre el riesgo de acabar en lugar equivocado.
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