Con el nombramiento de Rosario Sánchez Grau como delegada del Gobierno en Balears, la presidenta Francina Armengol ha colocado uno de sus peones en un puesto clave para la relación directa con el Gobierno de Pedro Sánchez. La elección ha recaído en la persona que ha ocupado hasta ahora la Dirección General de Coordinación en el Govern, dependiente de Pilar Costa y de plena confianza de Armengol. Esto significa un modo de actuar diferente al que Pedro Sánchez ha llevado a cabo a la hora de nombrar delegados en la mayoría de las 17 comunidades, en donde ha optado por situar a personas de su confianza, críticos con los barones regionales que no le apoyaron en su elección como secretario general.
Armegol ha conseguido lo que no tendrán García Page, Chimo Puig o Susana Díaz. Pero la buena sintonía entre el Govern y Moncloa se tendrá que demostrar en el desarrollo de las actuaciones cotidianas que implican a ambas administraciones. La sustituta de Maria Salom hereda la gestión de los recursos que la administración central interpuso sobre leyes o procedimientos aprobados en Baleares. Carrera profesional, ley de los toros, requisito del catalán... son asuntos que Armengol confía en solventar positivamente.
En este apartado hay que incluir también el REB. El cambio de gobierno dejó aparcada una negociación del régimen especial que se encontraba prácticamente cerrada. Ahora, el Govern deberá reabrir la negociación con otros interlocutores, donde la nueva ministra de Hacienda, no especialmente elogiada por todos los partidos del Pacte, tendrá que pronunciarse. Aunque sea por circustancias de tramitación y de plazos parlamentarios, que el REB se retrase es una situación incómoda para Armengol, que alienta, además, el discurso de la oposición a diez meses de las elecciones.
Sánchez Grau es el eslabón escogido para engrasar las relaciones entre ambas administraciones. De un perfil técnico y buena conocedora del funcionamiento de la administración, su tarea debe contribuir a que esta relación sea fluida y fructífera. Su proximidad a Armegol debe ser un elemento positivo para los intereses del Govern, sin olvidar que la llegada de un gobierno socialista al frente del país, deja sin efecto el discurso victimista que hasta ahora habían esgrimido los socios del Pacte. Este discurso pasa ahora a las filas del PP y Ciudadanos, conscientes además de la debilidad del ejecutivo de Pedro Sánchez y de lo difícil que lo puede tener para sacar adelante cualquier tramitación parlamentaria con sólo 84 diputados.
El escenario y los personajes han cambiado. Incluso podrá haber intercambio de papeles y posicionamientos diferentes dentro del propio Pacte de cara la relación con Moncloa, pero el objetivo debe seguir siendo obtener para Balears la mayor atención y apoyo desde Madrid. La nueva delegada del Gobierno tendrá una gran parte de esta responsabilidad.