El gran problema del impuesto de turismo sostenible aprobado por el Govern con gran alegría por parte de los partidos que lo componen es que es muy poco “eco” y muy tasa. Nadie sabe muy bien a qué se van a destinar los 50 millones que el Govern prevé recaudar en el polémico impuesto. Los interrogantes son muchos y poderosos y se trata de una cuestión crucial porque los turistas, aquellos que a la postre tienen que pagarlo, solo lo considerarán aceptable si lo recaudado se destina a la mejora del medio ambiente.
No se trata simplemente de estar a favor o en contra del impuesto turístico. Se trata de saber a qué se va a destinar lo que se recaude. Y hasta ahora el Govern no ha sido claro. De ahí que muchos se muestren reticentes, porque una cosa es lo que se dice y otra cosa lo que se hace. Y tan importante es la naturaleza de la tasa como el destino de las cantidades que se recauden. De hecho la controversia ha surgido precisamente ahí, en el objetivo de lo recaudado. Muchas son las entidades que han planteado objeciones al respecto. Y dado que aún hay muchos interrogantes, se puede afirmar que el nuevo impuesto es mucha “tasa” y poco “eco”, pues nada se sabe de en qué se va a invertir el dinero que se recaude en los hoteles.