www.mallorcadiario.com

La reforma del sistema educativo en Baleares

Por Juan Domínguez
miércoles 09 de marzo de 2016, 03:00h

Escucha la noticia

El sistema educativo en España, en general, y en Baleares, en particular, necesita de una reforma en profundidad para que, entre otras cuestiones, se adapte a los tiempos actuales. Así, se repite, hasta la saciedad, la necesidad de alcanzar un “gran pacto educativo” entre las fuerzas políticas para que esta cuestión deje de formar parte del “debate político”, apelando, constantemente, al consenso en materia educativa.

A partir de estas afirmaciones “macro”, hay que avanzar en la estructuración del modelo y los detalles del mismo, lo que significa tomar decisiones y posicionarse, porque, en caso contrario, se está apostando por una política de esloganes y no de contenidos. La izquierda sociológica y política de nuestras islas actuó como actuó la pasada legislatura (estrategia agit-prop), y, por tanto, parece que tendría que tener claro cuál es su modelo educativo, pero si se profundiza en esta supuesta “claridad”, se vislumbra que más allá de la cuestión lingüística, de los tópicos más típicos y de “lugares comunes” no se dispone de proyecto educativo alguno como para que pueda denominarse como tal. Una cosa es ir en contra de y, otra muy distinta, es construir a favor de.

Estos últimos días hemos asistido a un acto, de carácter estético revestido de oficialidad, pompa y loa, en el que se ha presentado un documento que dice ser el compendio básico de las necesidades del sistema educativo y que, ha venido en denominarse, por el pacto social en la educación elaborado, según dicen, por no se cuantas personas, organizaciones, asociaciones, entidades, etc., orillando todas ellas en la misma órbita ideológica, cuando la sociedad, y más en las Illes Balears, es plural y con tendencia de voto mayoritario en la otra orilla.

El centro derecha de Baleares respecto del modelo educativo, aún teniendo, como mínimo, la misma legitimidad que las otras opciones ideológicas, aunque en muchas ocasiones no lo parezca, plantea una visión diferente respecto de las necesidades del sistema educativo en el que prima, a modo de paraguas, el principio de la libertad y, a partir de ahí, se apuesta por la exigencia, el sacrifico, el esfuerzo, el respeto, etc. como grandes referentes, así como en la urgencia de elevar el nivel académico de los alumnos, mediante cambios en el sistema de enseñanza, en la medición del nivel de los centros educativos (y su publicación), a partir de los resultados académicos obtenidos por los alumnos mediante pruebas externas, la competencia entre centros educativos, la evaluación periódica de los docentes, la excelencia educativa, concertación de más plazas educativas, etc.

Así, estos dos “bloques”, a priori, tienen en común el gran punto de partida de la cuestión que nos ocupa, que no es otro que la necesidad de reformar el sistema educativo. Hasta aquí, las obviedades, a partir de aquí la toma de decisiones.

El quid de la cuestión, que, aunque parezca obvio, no lo es, se trata de colocar al alumno como centro del sistema educativo; no a los profesores, no a los padres, no a los sindicatos, no a los políticos, sino, repito, a los alumnos, con el objetivo de superar los niveles de fracaso y abandono escolar y tender a la excelencia. Hay que hablar más de educación y menos de lengua.

Para estar a la altura del reto que se propone hay que tener altura de miras, olvidarse del corto plazo y de las injerencias “externas”, huir de postureos, imposturas y de la búsqueda de la “culpa”, dejar al margen la pretendida superioridad moral de la izquierda en aras a favorecer el clima propicio para intentar alcanzar acuerdos y trabajar en pro de un modelo educativo como el de los mejores del mundo, copiando y mejorando, si fuera el caso, lo que funciona y desdeñar lo que tiene más continente que contenido.

No debe resultar extraño, ni extraordinario, el que existan diferentes modelos educativos, pero lo que ha sido un drama es que la defensa de los pretendidos modelos se hayan quedado en la superficie y hayan sido objeto de tópicos y prejuicios que, por mor de la cuestión partidista y de la alquimia en la búsqueda de “cuatro votos”, nos han conducido a la consecución de unos resultados académicos de nuestros alumnos, medidos y comparados en pruebas internacionales, que nos colocan en los últimos puestos del ranking nacional e internacional.

Es hora de elevar el nivel político, es hora de la audacia, del coraje, de la determinación teniendo bien presente que los posicionamientos implican desgaste, trabajo, explicaciones, en muchos casos incomprensión, pero lo contrario, la autocomplacencia y perpetuarse en la zona de confort, avivando las resistencias al cambio y viendo como el sistema no da más de sí, es un error estratégico e imperdonable que nuestra sociedad no se puede permitir.

En definitiva, el no hacer nada no es una opción

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios