El Mallorca es bipolar. Los de Vázquez han empatado este sábado 2-2 en casa ante el Nàstic, después de remontar un 0-2 que los metía en el hoyo y desataba todas las alarmas.
Los bermellones han saltado al terreno de juego con poca fuerza e ideas. Ningún tiro a puerta y los visitantes que apretaban. Hasta el minuto 21 que Mossa ha estrenado el marcador tras recibir solo en la frontal del área. Los más de 7.800 asistentes estallaban en gritos y pitidos. Pero el enfado ha ido a más al comprobar que el equipo no sabía reaccionar tras el tanto en contra y con un Nàstic que seguía intentándolo.
Hasta que lo consiguió, nueve minutos después. Naranjo marcaba en el 36 de cabeza tras la salida de un saque de esquina. Los bermellones se han ido al descanso con tan solo un disparo a puerta.
Y a la vuelta, mismas sensaciones. El árbitro pitaba un dudoso penalti a favor del Mallorca y aparecía la esperanza de meterse en el partido con un 1-2. Sin embargo, Brandon desaprovechaba la ocasión con un muy mal tiro.
No así Lago Junior. En el minuto 18 el árbitro pitaba un segundo penalti -éste sí que claro- y el delantero marfileño se encargaba de transformar en gol. Con el 1-2 la dinámica ha mejorado confirmando, una vez más, que el Mallorca se crece en las segundas partes. El empate llegaba en el 84. Brandon se redimía con un centro desde la derecha, la pelota llega al segundo palo y desde ahí, remate.
Al final han conseguido salvar los muebles pero siguen sin dar con la tecla. 90 minutos en los que se ha constatado la falta de regularidad del equipo y la ausencia de autoestima. No convencen a nadie.