EMILIO ARTEAGA. Hace unos días, el 20 de mayo, ha muerto Ray Manzarek cofundador y teclista de los Doors. Aunque la personalidad controvertida y polémica de Jim Morrison y el hecho de ser el cantante y letrista del grupo oscurecieron la popularidad de sus otros tres componentes, Manzarek fue un elemento clave en su música. De hecho, fue él quien decidió crear un grupo musical que sirviera de vehículo para acompañar la poesía de Morrison y el que reclutó a los dos miembros restantes, Robby Krieger y John Densmore. Manzarek fue también decisivo en la creación del sonido del grupo. Al no tener un bajista, él, tocando a dos manos, se encargaba de la línea de bajo en el piano eléctrico y elaboraba en el órgano electrónico las melodías de las canciones con las que dotó a la música de los Doors de su sonido inconfundible, ya fueran interludios de inspiración jazzística, como en “Light my fire” o “Riders on the storm”, o la introducción psicodélica de “Strange days”, o el órgano casi clásico de “Unhappy girl”, o desgranando sobre el ruido de los truenos y el agua unas notas de piano que parecen gotas de lluvia de la propia tormenta al inicio de “Riders on the storm” y siempre creando un fondo sonoro sobre el que la voz grave y a veces semidesgarrada de Jim Morrison desarrollaba la parte vocal, especialmente notable en canciones como “When the music's over” o “The end”. Reconozco que los Doors son uno de mis grupos favoritos de siempre, que su música me impactó desde que escuché por primera vez “Light my fire” y “The end” y conseguí que unos amigos me trajeran de Londres su primer LP y que me ha acompañado a lo largo de toda mi vida. Te echaremos de menos Ray. Estos días, en el duermevela posprandial, me ha venido la ensoñación de una reunión tuya con Jim montando una “jam session” con Jimi Hendrix o Paul Kossoff a la guitarra y Bonzo Bonham o B.J. Wilson a la batería y quizás Janis Joplin haciendo acompañamiento vocal.
También este mes de mayo, el día 7, ha muerto Ray Harryhausen, el maestro absoluto de los efectos especiales no digitales con la técnica conocida como “stop-motion animation”. Fueron muchas las películas en las que trabajó, como “Jasón y los argonautas”, que es uno de los mejores péplums que nunca se han rodado y una gran película de pleno derecho, que narra el mito clásico del viaje de Jasón en busca del vellocino de oro. Los aficionados nunca olvidaremos la increíble sucesión de elementos de animación que van apareciendo a lo largo del desarrollo de la trama: Talos, el gigante de bronce, que casi hace zozobrar el Argo, el barco de la expedición, las Arpías que torturan a Fineo, el oráculo ciego, quitándole la comida o llenándola de excrementos, Tritón, el hijo de Poseidón, que surge de las aguas para contener a las Rocas Simplégades y evitar que aplasten el barco, la Hidra, guardiana del vellocino, a la que Jasón consigue matar y, como colofón final, el ejército de esqueletos a los que debe vencer para conseguir partir de regreso con el vellocino.
Seguro que Harryhausen se ha ido a navegar por la luminosa eternidad convencido de que, una vez más, la realidad ha superado a la ficción y que sus efectos especiales no pueden competir con algunos de los artefactos que nos han llevado a la crisis económica actual. Al fin y al cabo, gran parte de la responsabilidad de la misma la tiene la comercialización de productos financieros basados en valores ficticios, tan inexistentes como sus falsas criaturas cinematográficas, como ficticia e inexistente es la base de muchos movimientos realizados en las bolsas internacionales, especialmente los denominados de alta frecuencia, que, para más inri, suelen ser ejecutados por sistemas robotizados programados para operar de modo automatizado y realizar miles de operaciones en milisegundos, que pueden arruinar a empresas y a sus trabajadores y a miles de pequeños accionistas, sin ningún motivo basado en la economía real, solo para maximizar las ganancias de unos pocos y todo ello con la pasividad, por ignorancia o displicencia, o, peor, la connivencia de nuestros líderes políticos. Por desgracia no parece haber ahora mismo en Europa ningún gran líder que pueda propiciar un impulso de regeneración democrática y social de la Unión Europea. La mediocridad, la incompetencia y, en algunos casos, el ventajismo y la venalidad, son las señas de identidad de la política europea en estos momentos.
La pasividad e inacción de los gobiernos e instituciones europeos respecto de los abusos de la especulación financiera, al igual que de la evasión y el fraude fiscal y del secreto bancario y los paraísos fiscales que los favorecen, resultan llamativas e irritantes, sobre todo si nos paramos a pensar en el destino de muchos de nuestros gobernantes tras cesar en sus cargos. Solo a título de ejemplo, podemos citar algunos casos. Elena Salgado la última ministra de economía de Rodríguez Zapatero, solo tres meses después de dejar el gobierno y dejarnos la economía cerca de la catatonia, fue nombrada consejera de Chilectra, eléctrica chilena, a pesar de la legislación que impide a ex altos cargos trabajar para empresas privadas durante los dos primeros años tras el cese, que fue obviada con la excusa de que se trata de una compañía ubicada fuera de España, a pesar de tratarse de una filial de Endesa. Gerhard Schroeder, poco después de dejar de ser canciller federal de Alemania, fue nombrado por Gazprom, la todopoderosa compañía gasista rusa, presidente del comité de accionistas del consorcio Nord Stream AG, controlado por la propia Gazprom, encargado de la construcción y explotación del gasoducto que une directamente Rusia con Alemania a través del mar Báltico y a cuya aprobación e impulso él contribuyó desde el gobierno alemán que presidía. Tony Blair, despúes de dejar el gobierno británico y dejarnos dos guerras, ha trabajado como asesor para empresas energéticas o financieras, muchas con intereses en Oriente Medio y, para nuestro bochorno, fue nombrado Enviado de Paz para la región. Y para los que no hay canongías en empresas privadas o internacionales, siempre se encuentra acomodo en alguna institución pública, la mayoría perfectamente inútiles: ex ministros y ex presidentes de gobierno instalados en el Consejo de Estado, ex presidentes autonómicos amortizados colocados en el Senado, etc. etc. El caso es seguir con la vida resuelta, bien resuelta, y el común de los mortales a procurar que no nos aplasten las Rocas Simplégades, o a luchar contra Talos, o las Arpías, o la Hidra, o un ejército de esqueletos.
Es como si los versos de la canción de los Doors “Strange days” se hubieran escrito hoy y no hace 45 años ( la traducción/interpretación es mía)
Días extraños nos han encontrado
Días extraños nos han localizado
Van a destruir
nuestras alegrías ocasionales
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Días extraños nos han encontrado
y por sus horas extrañas
deambulamos solitarios,
cuerpos confusos,
recuerdos dilapidados,
mientras huimos del día
hacia una extraña noche de estupefacción