GEMA MUÑOZ. La comunicación es un proceso a través del cual se transmite información de una entidad a otra. Es una interacción compuesta por signos y símbolos compartidos.
Por otro lado, la comunicación errónea es un fallo común hoy en día, con un riesgo alto para el buen funcionamiento de las entidades, una de ellas es la Iglesia Católica; en donde ha tenido un mal comienzo el Papa Francisco, los católicos entre quienes me incluyo, esperábamos cambios, savia nueva, aire fresco, una moderna forma de pensar para un mundo moderno, donde las directrices de antaño ya no son tan fáciles de aplicar.
En estos días, en el seno del vaticano se ha acusado y ordenado corrección inmediata, a un grupo de religiosas estadounidenses tachadas de “feministas radicales”; la Iglesia ha mostrado su lado más inquebrantable.
Este grupo de monjas supone el 80 por ciento de las 57.000 religiosas católicas de los Estados Unidos; como sabemos el país norteamericano no se distingue por ser precisamente tolerante en extensos temas, pero las monjas pertenecientes a la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, promueven cambios, dirigidos en especial a las mujeres.
Durante el pontificado de Benedicto XVI, éste decretó que el grupo debía modificar su manera de actuar. Se acusa a las religiosas de tener “graves problemas doctrinales”, de promover “ideas feministas radicales incompatibles con la fe católica”, debido a su posición flexible en temas como la homosexualidad y la anticoncepción.
El grupo de monjas respaldó abiertamente la reforma de salud del presidente Barak Obama, donde se incluye cobertura obligatoria de métodos anticonceptivos entre otras cosas, y cuentan con gran apoyo entre los católicos estadounidenses por su trabajo con los pobres y enfermos, en un momento donde la imagen del catolicismo en Estados Unidos no pasa por su mejor momento debido a los numerosos casos de pederastia entre sus sacerdotes.
El alto mando de la Iglesia aunque reconoce su valor y esfuerzo en ayudar a grupos sociales desfavorecidos se mantiene inamovible sobre lo que ellos califican como “errores doctrinales”.
Los temas de los que hablamos siempre son delicados, son decisiones íntimamente personales en las que cualquier intervención externa puede malinterpretarse, pero lo cierto es que bajo mi punto de vista, la Iglesia Católica debe mostrar mayor tolerancia y sobre todo debe adaptarse a estas situaciones pensando en la realidad del vida actual; en estos tiempos resulta casi imposible mantener a los “hijos que Dios nos mande” y tener un bebé fuera del matrimonio inesperadamente, supone un terremoto en la vida de cualquier mujer, sobre todo en el caso de las adolescentes.
Y por último debe aprender, al igual que otras importantes instituciones, a comunicarse mejor con su público objetivo, casi siempre cometemos el error de pensar que nuestra comunicación es correcta sin ponernos en los zapatos del receptor y sin aclarar sus dudas. Como dice una frase de Konrad Adenauer: “Cuando alguien habla demasiado, sus palabras suenan sin oírse”.