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Juegos de espejos

martes 12 de febrero de 2013, 09:10h

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EMILIO ARTEAGA. Estos últimos días, del 1 al 9 de febrero, se ha celebrado en Barcelona el evento conocido como BCN Negra, festival dedicado a la novela negra y policíaca que cada año por estas fechas reúne en la capital catalana a escritores, críticos, editores y aficionados al género, que charlan y debaten sobre el mismo en conferencias, mesas redondas, lecturas y encuentros informales. De todos los géneros especializados de la literatura, el negro, o policíaco, o “negro y policíaco”, es el único considerado como literatura mayor, mientras que al resto, ciencia ficción, terror, fantasía, del oeste, romántico, de aventuras, etc. , se les denomina, si no con desprecio sí con cierta displicencia condescendiente, géneros menores. Hay quien opina que ello se debe a las colecciones especializadas de novelitas baratas denominadas “populares”, que en España en los años 60 se llamaban novelas de a duro, porque costaban cinco pesetas; pero de éstas también había de novela policíaca y el prestigio del género negro, en cambio, no se ha visto mermado por ello. Quizás la razón resida en el hecho de que con la novela negra se puede hacer una descripción del lado oscuro de nuestra sociedad, de los vicios, los pecados y los mecanismos y resortes inconfesables que mueven gran parte de nuestro engranaje social, así como hacer una disección descarnada e implacable de las pulsiones y motivaciones de las personas y grupos sociales que llevan a comportamientos que muchos denigran en público y practican en privado y, puesto que la novela es ficción, nos permite sumergirnos en esa realidad ficticia, y disfrutar de ella, sin la desazón que nos acompaña cuando se trata de noticias periodísticas, esto es, cuando no podemos ignorar que es el verdadero ambiente que nos rodea.

Dos de los asistentes de este año han sido los griegos Petros Márkaris, escritor y Kostas Vaxevanis, periodista. Petros Márkaris es el creador de Kostas Kharitos, comisario de la brigada de homicidios de la policía de Atenas, cuyas dos últimas novelas, Con el agua al cuello y Liquidación final, son las dos primeras de una trilogía significativamente denominada trilogía de la crisis. Ambas novelas están ambientadas en la Grecia actual y reflejan el estado de extrema miseria y desesperación al que la crisis económica, la política de los gobiernos griegos, las actuales fruto de las imposiciones de la “Troika” y las de las últimas décadas, así como la corrupción, han llevado a la mayoría de los ciudadanos griegos. En una entrevista con motivo de su asistencia a BCN Negra, Márkaris, que tiene 76 años y por tanto, una gran experiencia vital acumulada, se manifiesta absolutamente pesimista, sin ninguna esperanza. Afirma que los jóvenes, con un 42 % de paro, son los grandes perdedores y la inmensa mayoría no ve otra salida que marcharse y añade que, con suerte, el país perderá dos generaciones, sin suerte, tres. También afirma que algunos intelectuales, entre ellos él mismo, ya vieron venir el problema años antes, especialmente después de los Juegos Olímpicos de Atenas del 2004, que de un presupuesto inicial de 2.000 millones de euros, pasaron a un coste real final de 21.000 millones, desfase que se financió, ¿cómo no?, con emisión de deuda. Ello sin hablar de la corrupción política, el fraude fiscal y la evasión de capitales generalizados. Eso en la realidad, en la ficción, su última novela, la mencionada Liquidación final, empieza con el suicidio colectivo de cuatro mujeres pensionistas, que dejan una carta en la que explican que debido a la situación de extrema indigencia a la que les ha llevado la reducción de sus pensiones y a que ni siquiera pueden conseguir los medicamentos que necesitan, que les ha recetado un médico privado, al que han tenido que pagar, porque los de la sanidad pública están en huelga porque no cobran, puesto que los farmacéuticos no se los expenden si no los pagan, ya que ellos tampoco cobran de la seguridad social, han comprendido que son una carga para la sociedad y acaban con una frase demoledora: con cuatro jubiladas menos viviréis mejor.

Leyendo todo esto nos parece que podríamos estar ante un espejo que reflejara nuestra propia situación. Aquí también el paro juvenil es inmenso y los jóvenes tienen que emigrar, las obras faraónicas, y muchas inútiles, de los últimos quince años han tenido sobrecostes enormes debido a la corrupción y se han financiado con deuda, el tema de la asistencia sanitaria y las farmacias nos suena, el gobierno actual ha dejado a los pensionistas sin la paga de compensación de desviación de la inflación y les ha instaurado un pago por los medicamentos, acciones que constituyen una primera reducción de las pensiones, y en Madrid aún se empecinan en presentar su candidatura a organizar los Juegos Olímpicos de 2020 y en Barcelona se desmadran con un fantasmal e inverosímil proyecto de candidatura a los Juegos de Invierno de 2022.

Kostas Vaxevanis es el periodista independiente que publicó hace unos meses la lista de 2059 evasores fiscales griegos, que Christine Lagarde suministró al gobierno griego cuando era ministra del gobierno francés y que sucesivos ministros y gobiernos griegos “olvidaron” o “extraviaron”. Esta publicación le costó ser procesado por la fiscalía griega, aunque curiosamente ninguno de los defraudadores de la lista se querelló contra él, pero finalmente fue declarado inocente por los tribunales, en lo que quizás influyó la gran movilización ciudadana que se produjo a su favor. Vaxevanis participó en una mesa redonda que trató, sobre todo, de la corrupción, en la que hizo una exposición demoledora sobre la situación de su país. En esencia, vino a decir que la corrupción se basa en una red de connivencias entre un grupo de empresarios poderosos y políticos. Los empresarios se aprovechan del estado con concesiones amañadas y presupuestos excesivos, una parte de los cuales revierte en los políticos, quienes, además, se encargan de ir eliminando trabas legales mediante cambios en la legislación. Todo ello con la connivencia, o complicidad, de otros colaboradores necesarios, como una parte de la judicatura, de la policía y también los medios comunicación, el habla de los periodistas, que, salvo algunos independientes, no realizan su labor de investigación y denuncia. De nuevo podríamos pensar que estamos viendo nuestro propio reflejo en un espejo.

Como en la maravillosa escena final en un laberinto de espejos de la película de Orson Welles “La dama de Shangai”, todos los espejos, aunque uno sea Grecia, otro Portugal, otro España, otro Italia, otro Chipre, etc., reflejan la misma imagen, la imagen de una crisis que está golpeando y empobreciendo a los países y a la mayoría de sus ciudadanos, mientras las estructuras de poder financiero, económico y político y algunos colaboradores, incrementan su poder y van reduciendo la democracia a unos cuantos elementos formales de elecciones e instituciones, cada vez más controladas e irrelevantes, todo bajo la supervisión de instituciones supranacionales, dirigidas por esos mismos poderes y no sometidas a un control democrático real, como la Comisión Europea, el Banco Central europeo y el Fondo Monetario Internacional, la famosa Troika.

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