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El día de los tres Reyes Magos de Oriente

miércoles 09 de enero de 2013, 16:32h

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EMILIO ARTEAGA. El ciclo de fiestas navideñas finaliza el 6 de enero, el día de Reyes, o, según el calendario católico, día de la Epifanía de Jesús nuestro Señor y de la Adoración de los Reyes Magos, que, al parecer, no eran reyes, ni magos, ni eran tres y, quizás, ni tan siquiera eran de oriente. Que no eran reyes ya hace mucho tiempo que se nos había advertido. Que no eran magos, tal como nosotros entendemos la palabra, también. Eran probablemente astrólogos, o sacerdotes, o ambas cosas, es decir, magos en el sentido de “sabios”. Su número tampoco está claro, puesto que no viene definido en el evangelio de San Mateo, el único que habla explícitamente de ellos. Que fueran tres se estableció, verosímilmente, porque tres eran los regalos que portaban, según el citado evangelio, oro, incienso y mirra. Ahora, según he leído últimamente, el actual Papa Benedicto XVI ha escrito que podrían no venir de oriente, sino de occidente, nada menos que de Tartessos, de la actual Andalucía. Ignoro cuales puedan ser las fuentes que motivan dicha suposición, pero daría la razón a San Agustín, que fue quien estableció que acudieron a lomos de camellos dromedarios, los de una joroba y los únicos que habitan en el norte de Africa, ya que, de haber venido del oriente, desde la zona de Persia, sería más lógico que lo hubieran hecho en camellos bactrianos, los de dos jorobas.

El día de Reyes fue, y sigue siendo, mi día favorito de todo este ciclo. Reconozco que no me gusta nada Papá Noel. Aunque ya sé que no es así, me parece un personaje ajeno a nuestra tradición, al menos tal como se vive hoy en día, que sin duda es una importación anglosajona. Algo parecido me ocurre con el árbol y el belén. Me gusta el belén, por supuesto con vaca y asno (o mula), con sus pastorcitos y ovejitas, con su caganer medio escondido y con los tres reyes magos (aunque no fueran tres, ni reyes, ni magos), montados en dromedarios y acercándose paulatinamente, día a día, al portal. También, con su estrella con cola, ya fuera en realidad un cometa, asteroide o nebulosa, que tampoco hay acuerdo entre los astrónomos. Nunca me ha gustado, en cambio, el árbol. No entiendo la necesidad de ese arboricidio masivo, aunque se trate de árboles de vivero. No dejan de ser seres vivos jóvenes a los que se tortura sometiéndolos a unas condiciones ambientales totalmente inadecuadas, ya que el calor y la atmósfera del interior de las viviendas son veneno para los abetos, que hacen que sea prácticamente imposible replantarlos después, así que hay que destinarlos a compostaje. Y los árboles artificiales me dan grima, me parecen quintaesencialmente kitsch.

Hoy en día, la mayoría de las familias dividen los regalos, especialmente los de los niños, entre Papá Noel (día de Navidad) y Reyes, con el argumento de que, si se espera a que los niños reciban todos los regalos el día 6 de enero, con el final de las vacaciones, disponen de muy poco tiempo para jugar y disfrutar de los mismos. Tiene sentido, aunque también es verdad que los juguetes recibidos en Navidad difícilmente llegan en buen estado al día de reyes, mientras que los recibidos el 6 de enero, duran mucho más tiempo, puesto que enseguida empieza de nuevo la escuela. En cualquier caso, reconozco que yo mismo, que siempre fui contrario a los regalos en el día de Navidad, hace años que claudiqué, primero con mis hijos, ahora con mis nietos, y en casa también dividimos los regalos entre ambas fechas.

Sea como fuere, afortunadamente seguimos manteniendo la tradición de los regalos traídos por los Reyes Magos, con lo que ponemos un colofón de alegría e ilusión a estas dos semanas de celebraciones y fiestas y así enfrentarnos de nuevo a las cuitas cotidianas con el espíritu un poco reconfortado.

Teniendo en cuenta lo que, con toda probabilidad, se nos viene encima en los próximos meses, espero que los Magos hayan sido generosos, en la medida de lo posible en la actual coyuntura económica y a partir de ahora, a ver como aguantamos el chaparrón.

De todas maneras, si la cuesta de enero empieza especialmente dura este año, no olvidemos que en Mallorca en diez días tenemos los Sant Antonis repartidos por múltiples pueblos de la isla y, en Palma, dos días después tenemos Sant Sebastià, así que no es cuestión de apenarse por el fin de las fiestas, otras esperan sin mucha demora, después tiempo tendremos para ver como enfrentarnos a lo que venga.

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