MARC GONZÁLEZ. Esto se acaba. La crisis, digo. Sí, hombre, sí, insúlteme, llámeme irresponsable, descerebrado, zapatero. Pero se acaba. Sólo han pasado tres días de este 2013 y noto que se acaba, que la gente ha terminado tan harta del 2012 que ni de coña va a dejar que el 2013 sea igual. Tenemos las gónadas tan repletas que, o las descargamos, o vamos a experimentar poluciones nocturnas soñando con Montoro. O con la Cospe, que casi lo prefiero.
Si me adelanto a todos los comentaristas es para que, en el futuro, se levante ante la sede de Mallorcadiario una placa que rece: El 3 de enero de 2013, el menda éste anunció el fin de la crisis y acertó. Toma del frasco, Carrasco.
Publicaba hace unos días el decano de nuestra prensa celulósica una encuesta del IBES que señalaba que si se celebrasen elecciones autonómicas, el PP perdería 7 escaños, o lo que es lo mismo, volvería a gobernar con 28. A ver si se enteran: Los del PP pueden presentar a las elecciones, indistintamente, a José Ramón Bauzá, a Jorge Campos, al Conde Rossi, a Carmen de Mairena o a una iguana verde. Siempre tienen asegurados de 25 escaños para arriba. De hecho, si se les pregunta a sus votantes más talluditos, algunos le confesarán que ellos a quien votan es a Fraga. Tampoco son tan raros, una tía mía votaba siempre a Felipe, aunque fuera en las elecciones a presidente de escalera.
A partir de ahí, comienza la diversión. A UPyD se le atribuyen dos escaños, nada menos. Es decir, que todavía hay gente a la derecha de Bauzá y Delgado. Sorprendente. ¿Qué querrán?, ¿abolir la Revolución francesa, o restaurar la esclavitud? Quién sabe.
Eso sí, si tiene usted vocación política y se mueve en un espectro más o menos desideologizado, es el momento de afiliarse al PSOE. Su futuro es brillante, porque en pocas semanas en el PSIB sólo quedarán aquellos que cobran un sueldo ligado a sus siglas, el resto, exsenadores y exchupópteros varios, abandonan. Y no me dirá que no es capaz de derrotar en un congreso a Armengol o Antich, amos anda.
Los pesemeros y sus subalternos taurinos se quieren llamar Més, pero semejante gilipollez -como ellos mismos la definen intramuros- nos conduce a la pregunta inmediata: Més què? Más diputados, claro, es lo que quieren, y no van por mal camino. Eso sí, para acto seguido cedérselos amablemente al PSOE. Son aficionados a los suicidios colectivos, qué le vamos a hacer.
Finalmente, emergen las alternativas políticas forestales. Les queda un largo trecho para que su pimpollo se convierta en árbol. De momento parten de expectativas inferiores a las que cosecharon por separado, porque, además, escondidos tras las matas, dispersos por la garriga, hartos, como los conejos, de oir silbar los perdigones en sus orejas, todavía campan los más raros ejemplares de la política balear, pensándose qué van a hacer.