XISCO CRUZ. En plena decadencia de la ACB, martilleada por la caída de los presupuestos, las audiencias, la asistencia a los pabellones y la fuga de grandes jugadores, un combate como el que ofrecieron Rudy y Navarro en el Palau debería celebrarse con serpentinas. La asociación de clubes, que lleva años a la deriva, ha logrado aprovechar el hueco que tradicionalmente deja el fútbol en Navidad, pero me temo que será algo efímero. Como cada año por estas fechas.
El trato de la liga en televisión es ridículo y ni siquiera un partido como el del domingo lo mejora. El baloncesto en España es invisible durante la temporada regular, tapado por la pujante NBA y por la exposición que hace de ella Canal +. Ni siquiera el regreso de Rudy, que ha decidido largarse de Estados Unidos para volver a España, ha cambiado la tendencia.
En Mallorca la situación es todavía peor. No hay equipos en la elite y el hermano mayor, el Menorca Bàsquet, se ha marchado de casa. Así que el seguimiento de la ACB es una aventura. Curiosamente, justo en el momento de explosión de jugadores de la Isla como Corbacho o Llompart. Algo que demuestra que el talento sigue aquí, a la espera de que algún club de fuera venga a echar sus redes. Una lástima, sin duda.
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