JAIME ORFILA. El día de los inocentes se vive en todo el mundo hispano y se caracteriza por la costumbre de realizar bromas en el entorno personal, familiar, escolar y laboral; en los medios de comunicación se publican algunas noticias que bajo la apariencia de la verdad, engañen al lector desprevenido y permita dar rienda suelta al humor. Durante el 2012, en el ámbito público, se han producido muchas informaciones, que por lo poco comunes, poco creíbles, desproporcionadas o poco verosímiles, parecían realmente bromas. Un número significativo de las noticias publicadas en el año que está a punto de acabar han sido difíciles de reconocer y asimilar como reales. El 2012, al concentrar las consecuencias de actuaciones, vivencias y desvaríos acumuladas en los últimos lustros, se ha comportado como el año de los santos inocentes.
Me centraré en tres. Miles de ciudadanos, bajo protección legal, han sido invitados a dejar su casa manteniendo la deuda hipotecaria con las entidades de crédito, mayoritariamente cajas, dirigidas por Consejos de Administración poco profesionales, nombrados desde el ámbito político y social, con sueldos desproporcionados y con malos resultados de gestión. Mientras tanto, los ciudadanos estamos saneando, como no, desde la más estricta legalidad, sus balances deficitarios. Créditos de alto riesgo a grandes promotoras no se están reembolsando y la descapitalización por la fuga de capitales ha generado un agujero económico difícil de cubrir. Impagos y descapitalización, a partes iguales, son los responsables del círculo vicioso que se mantiene e incrementa por la falta de confianza del inversor y por el efecto alarma producido por algunas de las medidas tomadas para protegerlas. En definitiva, se ha socializado la deuda de las cajas de ahorro y se han incrementado las deudas particulares vía impuestos y reducción de ingresos. Si lo descrito no fuera cierto y no nos empobreciera a todos en forma de paro, de precariedad y de mayores impuestos, sería una gran inocentada.
La segunda. Si no fuera cierto que el coste ciudadano de la deuda no vinculada a inversiones e infraestructuras, generada, en gran medida, por el gasto de una administración hipertrofiada, con un gasto corriente desproporcionado y con competencias duplicadas, se come más del 20% del presupuesto anual, sería una gran inocentada. En este caso, el diagnóstico de situación llega a ser certero, sin embargo las acciones correctoras son más cercanas al ámbito del maquillaje que del tratamiento.
En tercer lugar, si el deterioro, la desconfianza y el daño producido al sector sanitario por la contienda iniciada en la Comunidad de Madrid, no fuera verdad, sería una gran inocentada. Basar legítimas decisiones en el oportunismo y en la urgencia, sin argumentaciones sólidas y con supuestos ahorros que los cálculos realizados por los profesionales con los propios datos oficiales no consiguen reproducir, ha dejado heridas de difícil cicatrización. La desconfianza tiene la sombra alargada. No parto de ningún perjuicio por la gestión privada en los distintos ámbitos de la administración, siempre que sea garantista, realista, entendible, reproducible y donde la administración mantenga el control de la información pública y la autoridad. A los hechos me remito; decisiones precipitadas poco fundamentadas han generado razonables dudas sobre la gestión privada de un sector que en otras comunidades se realiza con satisfacción y sin reacción. Partimos de unos parámetros que no podemos olvidar. La CM es la que menos invierte por persona en salud y la tiene la mejor asistencia sanitaria del estado. En la CM, legislación específica, protege la libre elección de profesional y de centro sanitario. Se presentan conciertos de área para la prestación especializada con un sistema por el que se va a pagar por población protegida, sin suficientes garantías que esta se corresponda con la población atendida, ni con la definición de explicitas medidas que impidan la discriminación de asistencia por costes.
Solo faltaba que los asesores del Presidente del Gobierno le hicieran presentar el día 28 de diciembre, el día de los santos inocentes, en rueda de prensa, que el año 2013 será el año de la recuperación y de la bajada de impuestos; flaca memoria la que olvida que la realidad ha obligado a incumplir, hasta la fecha, la mayor parte de las promesas electorales. Con asesores así nos podríamos ahorrar el coste de la oposición.
No me negarán ustedes que el año 2012 aspira a ser el año de los santos inocentes. Yo también aspiro a ser testigo del milagro que haga posible, que en tan solo 3 días, se recupere el sentido común y la racionalización en la toma de decisiones y en especial, por el bien de todos, que la expectativa del gobierno se cumpla.
Para este 2012 que está a punto de abandonarnos, diría el mismísimo Mark Twain, popular escritor, orador y humorista estadounidense, “el 28 de diciembre nos recuerda lo que hemos sido durante los otros 364 días del año”. Por todo ello, no sería mala idea, trasladar el día de los inocentes, al día 1 de abril, tal como lo celebramos en Menorca. El día 1 de abril es el día de las bromas; se le conoce como el “dia de engañar”. Tiene una tradición similar al día de los inocentes. Se celebra también en Italia, Francia, Portugal, Alemania, Polonia, Reino Unido, Panamá, Estados Unidos, Finlandia, Australia, Polonia, Finlandia Dinamarca, Rumania, Italia, Bélgica, Reino Unido, Portugal, el Libano, Japón, Croacia, Países Bajos, Flandes, Valonia, Suecia y Brasil (Día del pescado de abril/April fools' day). Según la leyenda, la tradición nace en Francia, cuando el Rey Carlos IX, en 1564, por medio del decreto de Roussillon, trasladó las celebraciones de Año Nuevo, que se celebraban del 25 de Marzo al 1 de Abril, al 1 de Enero. Muchos franceses siguieron intercambiando regalos y organizando fiestas en la semana que concluía el 1 de abril. Los bromistas decidieron ridiculizarlos entregando regalos absurdos y convidando a fiestas inexistentes; así nació la tradición de hacer bromas el primer día de abril.
Como las informaciones y acciones del día 28 de diciembre se confunden con la realidad y para mantener vivo el recuerdo, lo podríamos dedicar en exclusiva a algo tan inofensivo como a la broma socialmente más popularizada, el colocar un monigote blanco en la espalda.
¡ Feliz 2013 !