XISCO CRUZ. Hay ocasiones en las que a un equipo, por más que su juego sea enclenque y sus números den pánico, resulta difícil echarle una regañina. Poco puedes alzarle la voz cuando trata de proponer, genera ocasiones, tiene actitud y hace más méritos que el adversario. Pero el problema del Mallorca es que el campeonato avanza a tal velocidad que se ha encontrado en puestos de descenso justo cuando se reconciliaba con la grada. Apenas hubo reproches ante el Athletic, acaso su falta de tino ante Iraizoz; pero a pesar de eso el equipo de Caparrós tiene el barro a la altura de las rodillas.
Poco a poco el discurso de que queda mucha Liga se va a ir consumiendo y las urgencias van a ser más serias, por lo que ni las conjuras ni las ruedas de prensa conjuntas van a ser tomadas en consideración. El aficionado va a exigir resultados y no anda el Mallorca en condiciones de poder prometer mucho. Nadie en el vestuario cree en el descenso, pero otros con plantillas mucho mejores tampoco lo hicieron y acabaron en el foso.
Mientras, el resto asiste a una Liga que ha acabado antes de tiempo, producto de un Barça ejemplar en su tratado y de la capacidad autodestructiva de Mourinho, que sabe que ha llegado el momento de largarse. Sólo así se entiende que se haya vendado los ojos y arremeta contra todo, incluso contra el club del que presume. Ni las prácticas sicilianas contra los medios, ni las críticas veladas a su plantilla; nada le va a ayudar a parar a Messi. La lástima es que el Atlético ya ha confirmado que no es una alternativa, o sea que lo que queda va a ser muy aburrido.
@xiscocruz en twitter