El secretario general de la UGT, Lorenzo Bravo, ha perdido definitivamente el norte y se muestra de lo más belicoso últimamente. No contento con llamar “fascista” al president Bauzá y montar un lío morrocotudo, el líder sindical ha vuelto a dar rienda suelta a su lengua sin pararse a pensar un minuto en lo que dice y ha animado a iniciar una “guerra de guerrillas” en contra de la reforma laboral y de paso contra los recortes del Govern.
“Tenemos que rebelarnos en la calle y donde haga falta y luchar como antiguamente, con guerra de guerrillas’”, exclamaba un exaltado Bravo. ¿A qué se refiere el líder de UGT? ¿Se echará a la calle a quemar contenedores, a lanzar piedras o cócteles molotov? ¿Quizá montará barricadas o se dedicará a preparar emboscadas al president y los miembros de su gobierno cuando intenten acceder al Parlament?
Bravo ha perdido ya toda credibilidad con sus habituales salidas de tono, con las que solo consigue descalificarse a sí mismo y poner en entredicho la organización y a los trabajadores a los que supuestamente representa.