Otra vez el papá Estado se mete a regularlo todo

Comprendo que tiene que haber ordenanzas que regulen la vida de la comunidad, que no es posible que cada uno haga lo que quiera. Pero, la verdad, me provoca alarma que las administraciones se metan a regularlo todo, a mirarlo todo, a establecer cómo se tiene que hacer cada cosa. Me parece que es un despropósito porque incurre en el error de anular la autonomía de los individuos, atribuyéndosela al estado. Incluso me parece más peligroso que los familiares pensemos que no somos nosotros quienes debemos aconsejar, sino que para ello están los poderes públicos.

Ustedes verán: me refiero con esto a la decisión del Gobierno de establecer una edad legal para beber alcohol a partir de los 18 años. A mí esta decisión me parece un brindis al sol por dos motivos igualmente poderosos: por un lado, porque es muy difícil limitar la bebida a menores de 18 y, segundo, porque se trasmite la impresión errónea de que sí se puede beber a partir de los 18. Como indica el sentido común, beber sin medida está mal a los 17 y a los 19. Y beber algo con mesura carece de importancia a los 17 y a los 19.