Siempre he pensado que las becas debían servir para permitir estudiar a quien no tiene medios económicos suficientes para costeárselo. No se trata de dar subvenciones a diestro y siniestro ni tampoco de mantener a zánganos como piensan algunos. Al final el sistema educativo pone a cada uno en su lugar, y si el becado no da palo al agua perderá el derecho a recibir ese dinero y la oportunidad de formarse.
El objetivo de estas ayudas es que ningún estudiante con aptitudes y con ganas de aprender se quede fuera de la carrera universitaria o se vea obligado a abandonarla a la mitad porque no tiene dinero, pero con los cambios que ha propuesto el ministro de Educación las becas serán solo para los ricos.
Jose Ignacio Wert quiere que las becas universitarias estén más vinculadas al rendimiento que al nivel de renta, es decir, que se otorguen en función de las notas que uno saque y no del nivel de ingresos del alumno y su familia. Y así, de un plumazo, se carga la tan cacareada igualdad de oportunidades. Parece que si nada lo remedia volveremos a la época en la que los estudios universitarios eran solo para las clases pudientes.