Día de furia en la sanidad balear

Ayer fue un verdadero día de furia en la sanidad balear, en el que la situación explotó y lo hizo a lo grande, sin términos medios, crispando tanto el ambiente que la situación no puede seguir así ni un momento más.

Se impone una reflexión serena, un análisis de lo que se está haciendo y de las consecuencias que está teniendo para profesionales y usuarios. Es la hora de la gestión y no de la política, la hora de las medidas adecuadas y no de las tijeras por donde sea, porque no se puede seguir así ni un momento más, como tampoco se puede oír de la boca del presidente del Govern que está “satisfecho con la asistencia sanitaria que se presta a los ciudadanos de Baleares” en el mismo momento en que los enfermos se hacinan en camillas y sillones por los pasillos de los servicios de Urgencias de los hospitales públicos, porque no hay camas para proceder a su ingreso.

Los hechos están ahí y las imágenes también, unas imágenes difíciles de digerir en el hospital de referencia de las Islas, inaugurado hace poco más de un año, por eso las palabras de Bauzá, cuando los profesionales denuncian la situación, parecen más una burla que otra cosa.

El Govern, con el presidente, la consellera y el director general del Ib-Salut está dejando la sanidad herida de muerte, mientras los sindicatos acuden a los juzgados para eludir cualquier responsabilidad que se derive de esta situación y el personal se concentra en demanda de soluciones. Y lo peor de todo es que los responsables no parecen darse por enterados.

La hora de la herencia recibida ya ha pasado y todavía falta por llegar la de la gestión responsable de manos de personas cualificadas y preparadas y no de meras comparsas de los políticos de turno. Hasta que no se entienda que la sanidad es algo muy serio para ser dirigida por amigos y fieles a los partidos, la situación seguirá igual y vendrán muchos otros días de furia como el que hemos vivido.