Los sindicatos se han rasgado las vestiduras con la reforma laboral, han convocado movilizaciones y han dejado caer que nos espera una huelga general, sin tener en cuenta que con más de cinco millones de parados la van a secundar ellos y dos más, básicamente porque en estos momentos han perdido credibilidad y la han perdido porque mientras el paro ha ido dejando a millones de familias en la miseria ellos han vivido a costa de sus privilegios.
Es hora ya de que se acaben las subvenciones a sindicatos, patronales y partidos políticos; que vivan única y exclusivamente de las cuotas de sus afiliados y que se preocupen por reactivar la economía y no por sangrarla todavía más.
Hoy, cuando la crisis se agrava y estamos posiblemente en uno de los momentos más graves de nuestra historia, los sindicatos van por un lado y los ciudadanos van por otro, porque la gente lo que quiere es trabajar, ingresar algo de dinero en hogares en los que no entra ningún sueldo y los sindicatos en lugar de luchar por el empleo se empeñan en amenazar con una huelga general que dudo mucho que lleven a cabo porque saben que su capacidad de movilización en estos momentos está bajo mínimos.