Hoy tendremos circo en Felanitx. Una parte muy limitada de los ciudadanos, protestará contra el Govern, cuyo Consell se reunirá en esta localidad del Llevant. Tan limitada es esa parte de los ciudadanos que en el caso del 'espontáneo' que protestó durante la entrega de los premios Ciutat de Palma, resultó ser un candidato a senador por Esquerra Republicana que, naturalmente, no había obtenido ni siquiera los votos de sus familiares y amigos.
¿Por qué tendrá lugar la protesta de hoy en Felanitx? Motivos no faltan: recordemos, por ejemplo, que Baleares ha caído de ser la primera autonomía en renta a estar en el medio de la tabla; hemos tenido una oleada de corrupción que avergonzaría a cualquier otro pueblo del mundo y hasta ahora prácticamente no se ha recuperado ni un euro de lo robado; corremos el riesgo de quedarnos sin medicamentos porque no tenemos con qué pagarlos; esta tierra ha pasado a ser la que más crecía a la que más decrece, con lo que ello conlleva en materia de desempleo; tenemos, desde hace años, la peor calidad en el sistema educativo, en el que el fracaso está instalado; hemos dejado nuestras costas hechas unos zorros gracias a un urbanismo caótico; estamos entre las regiones más endeudadas de España, arruinando así el futuro de nuestros hijos y, probablemente de los nietos. Pues bien, nada de esto es suficientemente importante para que haya una protesta. Ni siquiera para que se manden cartas al director.
Aquí la protesta se organiza porque a partir de ahora, la administración dice que va a valorar más los méritos profesionales que los lingüísticos a la hora de incorporar funcionarios (digo 'dice' porque entre lo que el Govern dice y lo que hace hay un trecho normalmente infranqueable). No, no se protesta porque no hay una correcta integración lingüística de los emigrantes; ni para que se pare el retroceso impresionante del uso de la lengua propia, sino para que en lugar de tener personas potencialmente competentes para un cargo, las tengamos que sepan mallorquín, aunque no sean tan valiosas. Y eso sólo en el sector público, donde ya tenemos las cosas manga por hombro.
Naturalmente, a nadie le tiene que extrañar que quien pretende anteponer el conocimiento de una lengua al valor profesional, tenga que sufrir por muchos años el desastre explicado más arriba. Y lo que nos queda.