Héroes y villanos. Necesitamos estas figuras para representar el mundo a nuestro alrededor. Para admirar a los primeros y atacar a los segundos. Sea como fuere, lo del comandante del crucero de Costa es de un villano sin límites. La grabación en la que se le oye hablar con el comandante de la guardia costera de Livorno, donde le dice patéticamente que está muy oscuro, revela a un hombre muerto de miedo, cobarde y asustado. Ya había huido del barco y cuando lo llaman dice que es de noche. Sólo le faltó decir que a esas horas la gente de bien duerme.
Ustedes verán: hoy a todos nos apetece zurrarle a este hombre que debió haberse quedado al frente de la nave. Pero a mí, por el contrario, me parece que es muy humano tener miedo, huir, ser cobarde. Uno no nace valiente. Otra cosa es que una persona así tenga que estar al frente de una embarcación y llevar el timón de más de cuatro mil personas. Pero que es humano, desde luego. No será el último. Él hubiera cambiado el tradicional grito de “mujeres y niños, primero”.