Con esa desconcertante tranquilidad que se desprende de quien está totalmente abrumado por lo que le está pasando, asistimos a otra vuelta de tuerca a la crisis del sector aéreo: los pilotos de Iberia llevarán a cabo una huelga navideña que obliga a la compañía a reducir sustancialmente sus servicios durante estas fechas, causando mil problemas a los viajeros y arruinando el ejercicio económico de la compañía.
La razón de la huelga es que Iberia, absolutamente incapaz de competir con las compañías aéreas extranjeras -fundamentalmente Ryanair e EasyJet-, ha decidido crear una filial del mismo tipo, a la que desde el primer momento contrataría a la plantilla con la mentalidad de este tipo de empresas. Eso, por lo que se ve, no lo aceptan los pilotos y, entonces otra huelga.
Mientras, al margen de lo que el histriónico O'Leary anuncie hoy en Palma, sobre todo de cara a salir gratuitamente en los medios de comunicación, Ryanair ofrecerá desde Palma e Ibiza, a partir del próximo 21 de marzo, vuelos a más de 25 ciudades europeas. ¿Se acuerda alguien de cuando Iberia o Aviaco dejaban de atender el servicio Palma-Londres, porque, decían, no tenía suficiente demanda? Y lo decían cobrando el billete a precio de oro. Pues bien, otra estructura de costes y hoy tenemos servicios regulares a 25 ciudades. Algunos se quejarán de que el servicio a bordo de Ryanair es malo, lo cual no se puede negar. Pero quienes hemos volado en Iberia durante décadas no tenemos nada que aprender en este sentido. Malo por malo, al menos que sea barato.