Vuelve el botellón o quizá nunca se ha ido
martes 15 de noviembre de 2011, 10:38h
Nueve meses después de la puesta en marcha de la ordenanza que prohíbe concentraciones de personas que puedan alterar la convivencia ciudadana el botellón ha vuelto al Paseo Marítimo, aunque esta vez más cerca de Porto Pi.
Estaba claro que con un decreto no se iba a arreglar un problema mucho más profundo que tiene que ver con la manera que tienen nuestros jóvenes de divertirse. Su comportamiento da a entender que sin alcohol no hay fiesta, lo cual es muy grave. Es ahí donde se debe actuar.
Poco importa si les creamos un botellódromo o si por el contrario se van moviendo de un sitio a otro para beber por culpa de las prohibiciones, lo que debe preocuparnos es la ligereza con la que centenares de jóvenes, algunos menores, se atiborran de alcohol los fines de semana con la simple excusa de que en los bares y pubs las copas están muy caras. También lo fácil que lo tienen para acceder a bebidas de alta graduación independientemente de la edad que ponga en su DNI.
Es necesario que de una vez por todas que la administración competente y por supuesto la sociedad entera coja el toro por los cuernos y se proponga acabar con este problema. Es necesario acabar con la asociación de que el alcohol es sinónimo de diversión, hay que concienciar desde pequeños en casa, la escuela y en la calle y mostrar los peligros y consecuencias del consumo de alcohol.
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Últimos comentarios de los lectores (1)
82688 | Eugenito - 15/11/2011 @ 11:17:48 (GMT+1)
Claro que si. Primero les impedimos que se eduquen correctamente, luego les vendemos un modelo de televisión que pone como héroes a los personajes más asquerosos. Les privamos de sus padres, porque han de trabajar 18 horas diarias por un sueldo raquítico para no ser "privilegiados" y después les quitamos sus sueños vendiéndonos a la Merkel e hipotecando lo poco que podrían disfrutar en el futuro.
No creo que el alcohol sea el problema. Siempre ha estado ahí y siempre se ha consumido.
Tenemos una juventud triste. Quizá sea el alcohol lo único que les permite sonreír, aunque sea por unos minutos.
Si realmente nos preocupásemos por nuestra juventud, el del alcohol sería uno de esos problemas que se solucionaría por sí solo. Todo lo demás es un acto de cinismo que raya con la hipocresía absoluta.
Es chocante que los países que menos índice de delincuencia tienen sean también los más avanzados y los que menos prohibiciones tienen en sus leyes.