Me parece acertado que el Govern no asista a la manifestación de hoy. Comparto la tesis de la portavoz cuando afirma que la labor de un gobierno no es acudir a manifestaciónes, su obligación es trabajar para parar las prospecciones. La primera persona a la que recuerdo esgrimir este argumento fue Jordi Pujol. Nunca participó en manifestaciones mientras ocupó la Presidència de la Generalitat porque "el President ha de governar, no manifestar-se". Cuando uno tiene la resposabilidad de dirigir los destinos de su pueblo parece absurdo que se dedique a protestar por el destino que espera a su pueblo. O se gestiona desde las instituciones según los objetivos marcados o, en caso de verse incapaz de hacerlo, se dimite para dar paso a otros más capaces.
Alguno pensará que, con la que está cayendo, no se puede respaldar ni una sola posición del Govern de Bauzá porque se ha mostrado como uno de los mayores desastres padecidos en nuestras islas. Que hasta hoy no se ha gestionado con tino ni una sola cuestión es algo que comparto completamente. Como ejemplos paradigmáticos de los errores podemos destacar tanto el aumento de la presión fiscal, tras vencer en unas elecciones con la bandera de la reducción de impuestos, como el desastre montado en educación, después de alzar la bandera del consenso en campaña electoral. Ahora bien, aún desde la discrepancia cercana al cien por cien, cuando tras casi tres años de legislatura se tiene la primera idea coherente, creo justo apoyarla.
El proceso de crispación al que nos ha llevado Bauzá seguro que provocará la indignación de no pocos lectores al ver como alguien muy crítico con el Govern hasta ahora, hoy apoya una decisión del President. Esto remite al título del artículo. La polarización de posturas, rompiendo la tradicional convivencia pacífica de esta tierra, que ha provocado el boticario del Pont d'Inca nos ha llevado a un escenario en blanco y negro, sin grises. O estás con unos en cuerpo y alma, o debes criticarlos hagan lo que hagan. Es decir, nos están robando los matices.