En mi humilde opinión el pasado día 22 en el Port Vell de Palma Arran no llevó a cabo ni una acción ni un ataque, ni una protesta. Para mí eso no era más que una puesta en escena para grabar un vídeo, editarlo y luego distribuirlo en las redes; Dense cuenta de que todos iban uniformados con la misma camiseta, el cámara ya está en el restaurante cuando llegan, se mueve en lo que se llama un traveling siguiendo los miembros del colectivo dejando a los turistas entre unos y otros para que se les vea y al final nos presentan un montaje con la durada justa para ser compartido en las redes sin que se haga pesado. De hecho, desde que lo hicieron hasta que salta a los medios de comunicación pasa más de una semana en la que ellos eligen cómo lo presentan, qué planos ponen y qué música sonará de fondo. Todo muy bien medido y calculado.
Un trabajo bien hecho que demuestra que sea quien sea la cabeza pensante sabe lo que se trae entre manos y es que tras darle muchas vueltas al vídeo y analizarlo llego a la conclusión que se merecen un aplauso. No, no se confundan. No estoy a favor de los acciones en contra del turismo sin que eso signifique que me parece bien esa invasión veraniega que está acabando con nosotros, pero desde el punto de vista propagandístico, reconozco que han dado en el clavo.
Arran se apunta al tema del verano porque si hubiese ido a lanzar confeti y a encender bengalas en contra de los transgénicos el vídeo habría pasado desapercibido. Sin embargo toman la sartén por el mango y dan un paso más que otros lanzándose a la acción donde otros solo lanzan palabras. El éxito estaba asegurado y sin embargo había algo que no era fácil de resolver: El turismo de masas le toca las narices a todos y ojo con llevar a cabo una acción que aplaudan españolistas, unionistas, derechistas y otros además de la extrema izquierda. Para asegurarse que el público es el adecuado descartan lanzar confeti a los borrachos del Arenal o Magalluf (el verdadero turismo de masa) y van donde los ricos, donde los yates, donde los restaurantes caros. Así mezclamos un poco de envidia, un poco de turismo de masas (aunque el turismo de masas llegue en vuelos low cost y no en yates), con la idea siempre presente de que los ricos tienen la culpa de todo, y consiguen llegar al público que interesa.
Y aquí es donde la acción de Arran deja de hacerme gracia porque en este país de corderitos corremos a tomar partido y refugiarnos en las siglas e ideologías y ahora como nos descuidemos va a resultar que las reivindicaciones contra turistas serán exclusivamente de la extrema izquierda separatista, y el resto se verá abocado a defender la horda de turistas siguiendo sus supremos líderes políticos que están en las antípodas de Arran. Y por ahí no paso.
Así que reivindico mi derecho a maldecir, blasfemar, quejarme, murmurar y lo que me de la gana (siempre de manera pacífica) contra la degeneración asociada al turismo de masas. Y reivindico mi derecho a hacerlo desde la posición política, ideológica o religiosa que me salga de las narices.
Algunos sectores de la derecha ya ha intentado hacerse con la bandera española que es de todos, solo nos falta que ahora la extrema izquierda se haga con el derecho a protestar contra el turismo.
Por cierto, a lo único que no encuentro explicación de ese vídeo tan medido y calculado es al hecho de que lo hayan acompañado de una canción en español.