Una de las características de las guerras modernas es la afectación de la población civil, que sufre un gran número de bajas, a veces comparable o superior al de las víctimas militares. El número de muertos y heridos civiles depende de diversos factores de la acción bélica, pero sobre todo de la voluntad deliberada de atacar objetivos civiles, habitualmente justificada con eufemismos y excusas inverosímiles.
El ataque premeditado a áreas residenciales e infraestructuras civiles ha venido siendo utilizado por prácticamente todos los ejércitos en conflicto desde la Segunda Guerra Mundial, pese a estar específicamente prohibido por los Convenios de Ginebra y considerado un crimen de guerra y un genocidio cuando se pretende eliminar a un grupo humano completo, ya sea por razón de etnia, religión, orientación política o sexual, o cualesquiera otra razón.
Estos días estamos todos horrorizados por el impacto de un misil ruso en una zona residencial de la ciudad ucraniana de Dnipro, que ha causado al menos una cuarentena de muertos y un par de cientos de heridos, además de entre 35 y 40 desaparecidos. Una parte sustancial de las víctimas son niños, lo que hace especialmente terrible este episodio, que tampoco es excepcional, al contrario, el bombardeo ruso de ciudades e infraestructuras con muertos y heridos civiles es prácticamente diario en Ucrania, pero este es uno de los ataques más mortíferos hasta ahora.
Las declaraciones oficiales rusas, con su cinismo habitual, niegan que Rusia ataque objetivos civiles, contra toda la evidencia acumulada, así como hacen responsable al propio sistema de defensa antiaérea ucraniano, con la teoría de que habría sido un contramisil el que habría impactado sobre los edificios residenciales de Dnipro. La desfachatez rusa es colosal, pero incluso si fuera cierto, la responsabilidad seguiría siendo rusa, ya que es el ejército ruso el que ha invadido Ucrania y pretende anexionarse, cuando menos, una tercera parte de su territorio.
En la guerra de Bosnia se produjeron dos masacres por ataque con morteros al mercado de Markale en el centro de Sarajevo, que produjeron numerosas víctimas civiles, sobre todo mujeres y niños. El primero tuvo lugar en febrero de 1994 y el segundo en agosto de 1995. En ambos casos los serbios de Bosnia negaron ser los responsables y acusaron al ejército bosnio de bombardear a su propia población. Debido a la pusilanimidad y diferencias internas de las fuerzas de la ONU sobre el terreno y de las potencias europeas y americanas el primer ataque no obtuvo una respuesta adecuada. En el caso del segundo se determinó más de toda duda razonable que el ataque procedía de los serbobosnios y provocó la puesta en marcha de una operación de bombardeo de la OTAN sobre las posiciones de las tropas serbobosnias que cercaban Sarajevo, que llevaron a su levantamiento y a la retirada generalizada serbia y en último término a los acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra de Bosnia.
En el caso ucraniano no se debería esperar a la enésima masacre para ayudar masivamente a Ucrania en su esfuerzo bélico. Ya que la OTAN no puede intervenir directamente, dado que se podría provocar una conflagración nuclear con Rusia, si se debería proveer al ejército ucraniano del material pesado que vienen reclamando reiteradamente: carros de combate de última generación, sistemas antiaéreos y sistemas de misiles capaces de abarcar todo el territorio invadido por Rusia.
No cabe llamarse a engaño, la reacción de Putin comentando jocosamente el incidente y afirmando estar feliz y que no se detendrán hasta lograr sus objetivos, es una indicación clara del peligro del expansionismo ruso para Europa. Después de Ucrania qué? Moldavia? los países bálticos? Finlandia? Los bálticos y Finlandia pertenecen a la OTAN (Finlandia casi) y estaríamos obligados todos a entrar en guerra. Mejor contener a Putin en Ucrania, por los propios ucranianos, que han demostrado su voluntad de integrarse en Europa y un valor y determinación encomiables en la defensa de su país, pero también por nosotros, porque los ucranianos nos están defendiendo a todos.