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No te fíes nunca de...

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 30 de diciembre de 2023, 16:09h

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En general, ya saben ustedes que yo no soy mucho de dar consejos o de hacer advertencias, entre otras razones porque casi nadie me hace caso nunca y porque, además, creo que desde hace ya algunos años se me puede considerar un claro ejemplo del certero y antiguo refrán castellano que dice: «Consejos vendo que para mí no tengo».

Pero aun así, también es verdad que estas fechas suelen ser más propicias que otras para hacer algunas recomendaciones y sugerencias bienintencionadas o aleccionadoras. De hecho, la idea de escribir un artículo como este de hoy me la dio la pasada Nochebuena un buen matrimonio amigo, mientras estábamos cenando tranquilamente en su casa.

Fue esa misma pareja la que me sugirió cuál debería de ser el leitmotiv de esta columna —la exhortación «no te fíes nunca de...»—, e incluso hizo varias aportaciones muy valiosas en ese sentido. A esas aportaciones se le sumaron otras en los días siguientes por parte de otros buenos amigos a los que también comenté mi filantrópica intención.

De ese modo, bien podría decirse que el texto que ahora mismo tienen ustedes en su pantalla o en su smartphone no hubiera sido posible —o hubiera sido mucho más breve— de no haber contado con la desinteresada colaboración de todas esas personas.

Al final, este escrito consta de doce admoniciones, para hacer coincidir ese número mágico con el de las campanadas de Nochevieja en la Puerta del Sol, las uvas de la suerte o los dioses del Olimpo.

Para empezar, les diría que no te fíes nunca de quien quita la piel de las mandarinas con un cuchillo. Tampoco te fíes de un cocinero con dos o tres estrellas michelín que esté extremadamente delgado y que además no tenga manchas de grasa en el delantal. Y por supuesto desconfía por completo de todas aquellas personas que a menudo presumen de que nunca toman postre cuando van a comer a una tasca o a un restaurante, ni siquiera cuando ese postre es casero y va incluido en el menú.

Del mismo modo, no te fíes nunca de los políticos que anuncian una comparecencia de urgencia a las doce del mediodía y no aparecen en la sala de prensa hasta una hora o una hora y media después. Igualmente, recela de quienes suelen repetir que son de centro aun cuando nadie les pregunte jamás por sus ideas políticas. Bueno, en este caso concreto tal vez podríamos hacer alguna pequeña excepción, pues yo mismo, sin ir más lejos, soy de centro, como mi admirado y querido Mariano Rajoy.

A un nivel ya un poco más frívolo y personal, no te fíes nunca de quienes sonríen de forma continua —empezando por el Joker—, de quienes sólo muestran éxitos y felicidad en sus redes sociales, o de quienes se inscriben en las aplicaciones de citas y ponen únicamente fotos de paisajes, de veleros, de sentencias filosóficas, de floreros o de mascotas.

Preventivamente, yo tampoco me fiaría de quien te diga que siempre se lee la letra pequeña de los contratos y las hipotecas, de quien afirma que madruga aun estando de vacaciones o de quien asegura con solemnidad que nunca miente —«yo siempre digo la verdad»—, pues seguramente esa sea su mentira primera.

Y aunque mi decimosegundo y último reparo pueda parecer quizás un poco excesivo, creo que también es bueno no fiarse del todo de quien normalmente pone la voz muy dulce, porque luego, no sé muy bien por qué, suele tener un carácter de mil demonios.

Si al final deciden no hacerme caso con algunas de estas recomendaciones, o incluso con todas ellas, me parecerá también muy bien, porque al fin y al cabo casi todos necesitamos poder creer de manera regular en algo o en alguien. Baste decirles que yo mismo sigo confiando todavía hoy en Papá Noel y en los Reyes Magos.

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