El verano ha llegado de pleno a Baleares. Según pronostica la Aemet, se avecinan días de mucho calor. Las elevadas temperaturas suponen claramente un riesgo para la salud de la población, especialmente niños, personas mayores o con enfermedades crónicas. Por ello, es preciso aumentar la vigilancia y prevenir situaciones comprometidas, en especial las derivadas de un insuficiente consumo de agua que puede acarrear deshidratación en personas pertenecientes a colectivos vulnerables. Toda prudencia es poca, pues un golpe de calor puede tener efectos nefastos sobre la salud.
En este contexto de cambio climático, donde las temperaturas son cada vez más elevadas durante más meses del año, así como la temperatura del agua del mar, se hace necesario abordar un plan ambicioso de climatización de los centros escolares públicos y concertados, donde cada vez con mayor frecuencia se detectan situaciones incompatibles con el desenvolvimiento normal de las actividades educativas debido al calor que hace en las aulas. Este es un compromiso de la presidenta del Govern, Marga Prohens, expresado mucho antes de la campaña electoral, por lo que urge ponerse manos a la obra porque la situación no va a mejorar por sí sola, sino todo lo contrario.
Es obvio que algo así no va a poder hacerse de la noche a la mañana, ni sin dedicar una inversión económica sustanciosa. Pero lejos de verse como un problema, ha de afrontarse como una oportunidad de mejorar los centros educativos con sistemas de climatización alimentados con energía solar fotovoltaica, que no produzcan emisiones contaminantes y que, además, podrían beneficiarse de fondos europeos, lo que reduciría el coste a soportar por las arcas públicas autonómicas.
No se trata de un capricho, sino de una necesidad para garantizar el bienestar de alumnos y profesores en los centros escolares.